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Voto de Juan Alegre Arnau:
8
Acción. Drama Okami Izo (Shintarô Katsu) es un asesino profesional al que no le preocupan las razones por las que sus victimas deban morir. Trabaja a las órdenes de Takechi (Tatsuya Nakadai), que lo trata como si fuera su perro. Por su parte, Ryoma (Yûjirô Ishihara) intenta velar por su bien y alejarlo del camino del crimen. En su vida hay también una mujer, Onimo (Mitsuko Baisho), que se convierte en su verdadero refugio. (FILMAFFINITY)
7 de abril de 2024
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Sin duda una de las mejores películas de Hideo Gosha y una puerta a uno de los eventos más interesantes de la historia japonesa: el fin del periodo Edo y la leyenda de los Cuatro Hitokiri del Bakumatsu.

Seguimos a Okada Izo, uno de los cuatro hitokiri, famosos espadachines/sicarios/terroristas afines a la figura del emperador, que aprovechaba la inestabilidad del periodo Bakumatsu para tocarle los huevos al shogunato Tokugawa y hacerse con el poder. Como cualquier secta terrorista, su modo de obrar es el de asesinar a altos cargos afines a la oposición. Cien años antes de los coches bomba, los conspiradores necesitaban de expertos espadachines para llevar a cabo sus matanzas con relativa discreción.

El retrato de Izo es de lo mejor de la película. Shinobu Hashimoto escribe un personaje medio cordero manipulable por su maestro, medio oportunista, engreído y codiciones. Interpretado de forma histriónica por un genial Shintaro Katsu, que toma distancia del serio Zatoichi que le dio a conocer. Izo es arisco, marcadamente estúpido pero bárbaro a la hora de matar. No vemos tanto una espada certera como un matón sediento de sangre que, por el motivo que sea, ha llegado a ser una leyenda hasta el punto de que la gente se sorprende al verlo en persona.

El ambiente conspiranoico también está logrado. Las víctimas mueren a traición, torturadas, por la espalda, a manos de amigos y con el lodo adornando sus pútridos cadáveres. Los "héroes del emperador" no dudan en traicionarse entre ellos para obtener el favor de su excelencia. La casta samurái, absorta en su clásico orgullo e hipocresía, pierde el tiempo con su cuerpo policial contraterrorista que causa más problemas de los que soluciona. Los peones, de cualquier bando, son los que cargarán con las consecuencias.

El mayor exponente del sórdido mundillo es Takechi Hampeita, tutor de Izo y un arribista cruel, manipulador y de esos que reúnen todas las virtudes de un buen político, en el peor sentido de la expresión. A veces parece empático, a veces parece frustrado, pero la mayor parte del tiempo permanece inexpresivo, calculando su próximo movimiento con paciencia y mucho, mucho cinismo. Interpretado de forma magistral por el maestro Tatsuya Nakadai, en uno de sus mejores papeles jamás hechos.

Seguiré un poco más en la zona spoiler, pero antes mejor os hablo de las coreografías de pelea, que es algo que a Gosha siempre se le dio bien. La modernidad de final de los sesenta permite una violencia mucho más explícita, con mangueras ocultas que escupen sangre falsa cada vez que el acero corta sus miembros y cabezas. A eso sumamos unas peleas de espadas muy bien pensadas y diferentes según en el entorno, y nos queda una de las mejores películas de samuráis a nivel marcial.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juan Alegre Arnau
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