Dennis Gansel vuelve a contar con Jürgen Vogel para protagonizar una polémica cinta sobre el origen de las dictaduras.
Un instituto (que puede parecer un lugar lleno de inocencia y que poco tiene que ver con la alta política) se convierte en un campo de ensayo, en una metáfora perfecta de la situación de un estado en crisis que acepta una dictadura y, a cambio de seguridad, unidad, identidad, entregan su libertad y sus principios.
Es impresionante cómo se juega con los sentimientos del espectador, cómo cada uno se pone en la piel de uno de los alumnos, como el guión (para nada maniqueo) moldea a lo largo de toda la película el carácter de los personajes a las exigencias del "régimen" que el profesor instaura.
Es una cinta altamente recomendable, que detrás de una puesta en escena simple y sin casi ninguna pretensión artística, adquiere su grandeza en un guión absorbente y que da mucho que pensar, tanto a los protagonistas (que parecen personas de carne y hueso) como a nosotros que, como espectadores, tenemos también mucho de lo que lamentarnos en nuestro pasado.