Eso es lo que se infiere sobre todo del último tercio de la cinta, especialmente en su trágico y poderoso final. Porque aunque al principio "Dersu Uzala" puede parecer una película suave, de carácter intimista y sin grandes dosis de drama, acaba por convertirse en una de esas tragedias de tintes shakespearianos con las que tantas veces consiguió estremecernos el maestro nipón.
Pero lo que diferencia a esta cinta con respecto a otras de Kurosawa es que el hecho de que la naturaleza sea un elemento fundamental del argumento, le permite recrearse con su técnica grandiosa y subyugadora en un derroche de perfección, elegancia y magnificencia estética que, si bien es habitual en su trabajo, no por ello deja de sorprendernos y producirnos la más absoluta admiración. Cada plano tiene la firma de una mano privilegiada para el cine, la mano de un genio. Su afán plástico le lleva a usar la cámara casi como un lienzo en constante movimiento, sin que sobre ni falte nada, sin planos paisajísticos de relleno ni diálogos innecesarios. Hay momentos en que la película te somete con su perfeccionismo y belleza técnica, momentos en los que verdaderamente ya no sabes con qué maravilla visual va a sorprenderte a continuación. Pasa con todas las películas de Kurosawa: que no te imaginas a nadie que pudiera haberlo hecho mejor.
Esta vez, y por citar algún otro detalle técnico, la banda sonora tiene mayor peso en el metraje, quizás porque la cinta fue pensada para un público distinto. Su narrativa, aún siendo lineal, está claramente dividida en dos partes, referidas a ambas expediciones del capitán Arseniev, con una parte final y sin olvidar el breve prólogo que, si bien al principio no comprendemos, cuando llegamos al final y lo recordamos, nos deja al borde de las lágrimas, si es que uno no está llorando ya. Sin duda un trabajo delicioso, otro recital de cine sublime, de una perfección técnica sin par. Otra de esas cintas que deberían ser de obligado visionado en las escuelas de todo el mundo.

LO MEJOR: Todo en "Dersu Uzala" es perfecto, pero si he de destacar un aspecto en particular, me inclinaría por el gran trabajo de cámara, apoyado por el uso de un color frío y agreste, y la recreación de las inclemencias meteorológicas. Ya sabemos que Kurosawa era un maestro haciendo uso del viento, levantando nubes de polvo y cenizas y, en este caso, de hojas, nieve o lluvia.
LO PEOR: Absolutamente nada.