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Voto de josesisbert:
9
Comedia Don Anselmo, un anciano ya retirado, decide comprarse un cochecito de inválido motorizado ya que todos sus amigos pensionistas poseen uno. La familia se niega ante el capricho del anciano, pero él decide vender todas las posesiones de valor para comprárselo... Un clásico del cine español con el gran Pepe Isbert y guión de Azcona y Ferreri. (FILMAFFINITY)
9 de septiembre de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué maravilla ver esa película de nuevo, ese exitazo internacional con el premio de la Crítica en el Festival de Venecia! Sobre todo porque tuve la buena fortuna de que una excelente amiga me pasara la versión original sin censura, y en la que mi abuelo (Don Anselmo) se carga a toda su familia salvo al tragapanes de José Luis López Vázquez, que todavía no se había casado con su nieta (la nieta de mi abuelo, quiero decir. No, perdón, la nieta de Don Anselmo, que las nietas de mi abuelo, Elvira y Mari Carmen, a cual más inteligente y bella, no se casaron con José Luis López Vázquez)
Desde las primeras imágenes mi corazón dio un vuelco, porque aparece mi mami en una breve escena junto a su padre. A ver si nos aclaramos, mi madre interpreta el papel de la hija de Lucas, un amigo de Don Anselmo, que es su padre. No, tampoco es exacto, disculpen. Don Anselmo es un amigo de Lucas, el que interpreta el papel de papá de mi madre, pero en la vida real no es cierto. El papá de mi mamá es mi abuelo, como en todas las familias, creo, pero no en el cine, que hacen lo que les da la gana con los personajes. ¿Me explico? Lo dudo...
Numerosos elogios han sido escritos sobre esta cinta, que lo tiene casi todo, empezando por la música inicial, tan italiana de estilo aunque la haya compuesto un catalán de origen. Desde las primeras notas me vinieron a la mente algunas imágenes de la película de Ettore Scola “Feos, Sucios y Malos”, verdadera maravilla por su truculencia. Se nota ciertamente el genio y la virtuosidad del cine italiano de aquellos años, con una vitalidad extraordinaria, tan lleno además de emociones.
Cuando empecé a redactar estas páginas sobre el Cine de José Isbert nunca pretendí dar lecciones de cinematografía, ni de conocimientos. Mi idea de base era y es contaros ciertos detalles que la gente en general ignora, porque son recuerdos personales, íntimos algunos, y que es hora de dejar escritos antes de que yo también me vaya.
En este caso, cuando se rodó la película yo acaba de entrar al colegio Los Corazonistas de la calle Alfonso XIII. Mi abuelo no vivía muy lejos, pues la Colonia Los Pinares de Chamartín estaba a un kilómetro escaso. Y un día al salir del cole me di de narices con mi abuelo rodando una de las primeras escenas, cuando se junta con la pandilla de inválidos para irse de excursión al campo.
Naturalmente me permitieron quedarme, y me derretí de orgullo viendo a mi querido yeye animando a su pandilla. En uno de los planos incluso aparece a lo lejos la Piscina Estella de la calle Arturo Soria, y a su izquierda estaba mi casa. ¡Lo rodaron en el barrio! Y un par de días después, la secuencia de dicha excursión se rodó en el olivar cercano, por encima de lo que hoy es la M30 y un barrio de viviendas nuevas. Me acuerdo de ese rodaje con todo lujo de detalles, entre ellos mi abuelo fumando su picadura entre cada escena, y después de comer a veces se fumaba un Farias.
El argumento tiene momentos tiernos, como la historia de amor casi imposible entre los dos inválidos, con un futuro tan comprometido. Marco Ferreri quiso añadir además un toque algo tétrico pudiendo explicar que en esa familia tan rara nadie se comportara con empatía, salvo la nieta. El decorado tiene buena parte de la culpa, pues salvo el dormitorio, el resto del hogar aparece encerrado entre muros y vecinos, sin intimidad ni aire puro, lo que genera una atmósfera agobiante.
Y por encima de todo aparece como tan a menudo en el cine español de aquellos años esa lucha con la censura que obligaba al intelecto de los artistas a realizar prodigios de sutileza. También es el caso en esta cinta, en el que en todas las profesiones el que no corre vuela. Incluso el pasante debe casi mendigar su sueldo porque de entre los derechos laborales de entonces el más notable era callarse.
¿Me dejarán tener el cochecito en la cárcel?-dice al final mi abuelo. Era su sueño para su final de vida. ¡Cuanto candor tiene esa frase!
josesisbert
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