Siguiendo la estela de la exitosa Verónica (Paco Plaza, 2017), la cual también se basaba, al igual que esta, en un caso real ocurrido en España. Dirigida por uno de los dos directores que nos regalaron la pequeña joya Matar a Dios (2017) y protagonizada por Begoña Vargas (de la serie Alta Mar) i Iván Marcos (Dhogs, 2017) entre otros nombres, además de la participación del habitual del género Javier Botet (It, 2017).

Manolo y Candela se instalan en el madrileño barrio de Malasaña, junto a sus tres hijos y el abuelo Fermín. Atrás dejan el pueblo en busca de la prosperidad que parece ofrecerles la capital de un país que se encuentra en plena transición política. Pero hay algo que la familia Olmedo no sabe: en la casa que han comprado, no están solos...

El realizador Albert Pintó utiliza recursos que en su mayoría están relativamente vistos en muchas otras cintas, aún así, se las arregla para ofrecernos una película de terror entretenidísima que no para en ningún momento, y además nos regala alguna escena bastante potente para el recuerdo. Si bien Malasaña 32 no consigue nada nuevo en el género, si es un buen exponente del cine español bastante mejor que muchas de las películas del universo Warren por poner ejemplos, y por otro lado, nos muestra un realizador de género al que conviene no perderle la pista. Una de las cosas más destacables del film es su ritmo que no decae en ningún momento, con escenas de tensión muy seguidas entre sí que imposibilitan que el espectador pueda aburrirse.

Malasaña 32 es una película convencional, pero dentro de este hecho, está por encima de la media y consigue que el asiduo a las películas de terror pase un buen rato sin mayores pretensiones.

Nota personal 6/10