Tercera y última entrega de la saga lanzada directamente a Netflix que adapta la novela del popular escritor R. L. Stine, que pretende ser una historia sobre el origen sobrenatural de la trilogía. La película está dirigida por el mismo director que las dos anteriores películas de la saga, además de haber dirigido la destacable Honeymoon (2014), y también repiten los protagonistas de las cintas anteriores.

En 1666, un pueblo colonial sufre una caza de brujas que tiene consecuencias letales durante siglos. Está en manos de los jóvenes de 1994 poner fin a esta maldición.

La película nos cuenta los orígenes de la leyenda del personaje antagonista de las primeras entregas, cumpliendo en este sentido, pero ofreciendo una historia completamente predecible que no consigue sorprender al espectador en ningún momento, además de desaprovechar un asesino con mucho potencial, que únicamente se saca partido en una escena, eso sí, de lejos la mejor del film. Las actuaciones, al igual que en las otras entregas, resultan notables, con una Kiara Madeira (Giant Little Ones, 2018) en estado de gracia que se supera en un personaje más complicado. En la parte final de la película y la trilogía, nos ofrecen poco más que lo ya ofrecido en la primera entrega, quedando patente que su metraje de 110 minutos es demasiado alargado, a lo que se suman bastantes menos muertes y menos tensión que a lo que nos tenían acostumbrados.

La tercera entrega de La Calle del Terror resulta en la peor entrega de las tres realizadas, con una historia rutinaria y un villano mucho menos temible de lo que se esperaba, pero no por esto deja de ser una película que entretiene de principio a fin, y nos deja con ganas de ver más películas de esta historia que perfectamente se le podría sacar provecho.

Nota personal 6/10