A mí no me gustó Monster. Me pareció tosca, fea, desagradable, irritante, aburrida, mojigata, errónea, tramposa, sucia. No me gustó su puesta en escena, su incomprensible amor por el feísmo visual y la estética de telefilme, porque, ¿qué diferencia hay entre las “películas” que pone Antena 3 los sábados a la tarde y este filme “indie” (si es que este adjetivo sigue significando algo)? Yo no lo sé.

No soy estúpido, puedo ver las bondades que muchos otros han visto en esta película, puedo comprender las razones que los han llevado a defenderla a capa y espada, puedo ver su oscurantismo, su voluntad de analizar a los psico-killers y de hablar de lesbianismo en un entorno castrante, puedo contemplar a Cristina Ricci y a Charlize Theron, pero nada, todas esas cualidades ni me rozan. La película no pone toda la carne en el asador, pretende ser a la vez A Sangre Fría, Lolita y Boy´s Don´t Cry, y fracasa, y lo hace porque lo apuesta todo a una sola ficha, Theron, y eso es mucho arriesgar.

A millares de personas que entienden de cine, la interpretación de la guapísima Charlize Theron les ha parecido la repera, la interpretación del siglo, un fiel retrato de la locura y el desequilibrio psíquico, pero a mí no. A mí esta Charlize Theron no me gusta nada, prefiero a la Theron guapa y morena de En el valle de Elah, sin ir más lejos. Estoy muy harto de esos papeles que parecen reclamar un oscar a cada fotograma. Pero la Academia no, a los viejos dinosaurios que la dirigen, les apasionan. Posiblemente, yo sea el que está equivocado, pero francamente me da igual que me llamen loco por decir que prefiero la delicadeza de Scarlett Johansson en Lost in translation, la inteligencia de Diane Keaton en Somthing´s gotta give o la energía de Uma Thurman en Kill Bill, antes que los kilos y kilos de pote de Charlize Theron en Monster, que le voy hacer si anhelo los tiempos en los se esperaba que los actores interpretaran y no que imitaran o se deformaran.