Extraordinario ejemplo de cine mesurado, contenido, sutil, hecho con tacto, con delicadeza, con excelente buen gusto, y a la vez profundo, crítico y demoledor. Causó en mí una gratísima impresión cuando la estrenaron en la pantalla grade, y ahora que he tenido la oportunidad de revisarla gracias a TV española “La 2” sin cortes publicitarios (que maravilla) confirmo plenamente las sensaciones que tuve entonces.
Aquí se constata una vez más cuan parecidas son las dictaduras, sean del signo que sean, controlar, ordenar, torturar física o síquicamente, los métodos son tan similares, con mayor o menor sofisticación, pero tan parecidos, y el discurso es también el mismo, todo se hace en bien del partido, o del pueblo, cuando lo que se busca en realidad es el poder y el enriquecimiento personal. Lo peor es que mucha gente es vilmente utilizada (no hablemos ya de los masacrados) y algunos en su ingenuidad se lo creen.
A todo ello hemos de añadir unas magníficas interpretaciones, muy en especial la del protagonista Ulrich Mühe, premios le dieron que así lo atestiguan, y la reconfortante presencia de los ya casi maduritos pero muy atractivos Sebastian Koch y la impagable Martina Gedeck. El único pero que le pondría, pero sin restarle apenas merito por ello, es que yo le hubiera cortado aproximadamente los cinco últimos minutos, es un tema recurrente en mí, pero estimo que se hacen engorrosos y que para el desenlace de la trama son absolutamente innecesarios. Últimamente el cine alemán parece mirar hacia atrás sin complejos, lo cual redunda sin duda de forma positiva en la calidad de lo que entrega.