John Eastland, veterano de guerra, decide vengar la muerte de su compañero del Vietnam a manos de unos pandilleros. Para ello nada mejor que colgarse su lanzallamas y comenzar una de las matanzas más inverosímiles que se recuerdan en el séptimo arte. A unos los echa vivos a las ratas, con otros hace hamburguesas ("made in Mc Donalds") con una mega-picadora de carne, de paso incinera a algún que otro proxeneta y para ahorrar sufrimientos a sus víctimas, impregnan sus balas con veneno extraído de alguna especie exótica del amazonas.

La sucesión de gilipolleces mostradas en pantalla provocan un encadenamiento de sensaciones al espectador que podrían ser dignas de algún estudio psicológico. Primero te ríes, después permaneces atónito, continuarás probablemente vomitando los panchitos y la coca cola, y hay serias posibilidades de querer lanzarse por la ventana al ver como, en la parte final, nuestro héroe se salva de ahogarse en el mar gracias a una caja de pescado.

Recomendable para los que quieran un curso acelerado de como no hacer cine.

Por cierto, la saga Death Wish(El justiciero nocturno), está al nivel de Ciudadano Kane comparada con esta mierda.