En 2015, el director australiano nos trajo lo que es su mejor película y una de las mejores película de la década pasada. Hace 36 años nos trajo la primera de Mad Max, una delicia independiente; tras ella trajo la mejor de la primera trilogía y para terminar una bizarra entrega que no cautivaba mucho, la verdad.

En la saga Mad Max, en contra de muchas sagas, todas las entregas corren a cargo del mismo director, lo que nos permite una verdadera preocupación por la saga por parte de Miller. Un verdadero cariño por el espectacular universo de ella y unas implicaciones artísticas impropias de películas por encargo.

Esta película es verdadero cine de autor, Miller expone sus visiones del mundo, inculca a todos los personajes con algo de él y se preocupa porque la película tenga una identidad importante. Rezuma la gran personalidad que tiene la saga.

En aspectos técnicos esta película es de lo mejor que he visto. La dirección, el montaje PERFECTO - qué difícil es hacer que tengan coherencia narrativa y visual esas descerebradas persecuciones, pero lo hace facilísimo -, la fotografía con unos colores increíbles, la música, el diseño de producción y los efectos especiales donde hay poquísimo CGI, todo a la antigua usanza.

Tom Hardy consigue que no echemos de menos al mismísimo Mel Gibson y Charlize Theron está magnífica y poderosa como Imperator Furiosa.

Esta obra es un clásico moderno, un clásico instantáneo.