El material de esta película era propicio para un derroche de épica que tanto gusta a Clint Eastwood. Pero el director aplica su conocida austeridad para enfriar los ánimos, hasta el punto de volverlos gélidos. Con esta medida hace que la película transcurra de una forma monótona llegando a ser tediosa en ocasiones, cuando realmente pudo haberle sacado mas sustancia a una historia real ocurrida en Nueva York en enero del año 2009.
Aunque una cosa bién distinta es acercarnos a los hechos y otra alejarlos demasiado. En mi opinión también rebaja las dosis del drama hasta conseguir rebajar el impacto emocional incluso en la recreación virtual del accidente en sus distintas versiones. Tampoco ayuda mucho la forma en que obvia a los pasajeros, convirtiéndolos practicamente en personajes de relleno, lo cual se hace muy difícil sentir algún tipo de empatía alguna con ellos.
La relación entre Sully y su copiloto es irrelevante, como lo es con su familia o con el entorno mediático que se montó alrederor. Las continuas llamadas telefónicas de Sully a su mujer carecen del mas mínimo sentido, limitándose a decir, te quiero, te quiero, te quiero.
Los flashback y las visiones de accidentes aéreos de Sully tampoco ayudan a conocer la personalidad del héroe Estadounidense, limitándose a enseñarnos sus primeras clases de vuelo y su pasado como piloto de caza de combate.
Personalmente esperaba mucho mas de esta película de Clint Eastwood, pero me ha decepcionado por completo.