John Sayles ha tenido el acierto de unir en esta cinta dos géneros como el western y el cine negro, narrando la historia de un pueblo fronterizo con su bondad, su humor, su crimen, su amor entre los protagonistas o presentando eficazmente la figura del héroe encarnada en el actual sheriff y el antihéroe, antiguo sheriff racista y asesino.

Todo comienza con el descubrimiento de un cadáver en el desierto texano. A partir de entonces, y por medio de multitud de saltos temporales, Sam iniciará una compleja búsqueda para resolver el crimen, y de paso conocer la turbulenta historia de un pueblo estadounidense habitado en su mayoría por mexicanos, lo que generará conflictos raciales.

El director americano teje un entramado fascinante donde a través de la típica estructura de investigación se nos muestra un mundo que los múltiples personajes que pueblan la narración pretenden mantener oculto para que nunca se sepa la terrible verdad. Otro acierto del filme es la ambigüedad existente en las motivaciones del protagonista. ¿Qué es lo que lleva a Sam a buscar la verdad? ¿Ajustar cuentas con su padre por impedir una relación con su amor adolescente o hacer justicia? Que cada uno decida.

Una película de culto e inolvidable. Un final apoteósico y unos personajes locuaces con unos diálogos ingeniosos.