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Voto de Dani1234:
8
6,9
32 331
Intriga. Thriller
A dos detectives privados de Boston, Patrick Kenzie (Casey Affleck) y Angela Gennaro (Michelle Monaghan), los contrata una familia para que encuentren a una niña de cuatro años, hija de una drogadicta (Amy Ryan), que ha sido secuestrada en uno de los barrios más sórdidos de la ciudad. Adaptación de un best-seller del autor de "Mystic River". (FILMAFFINITY)
16 de enero de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca tendré la suerte de conocer a Ben Affleck, pero si algún día me lo encuentro, digamos que en un sueño, espero ser agradecido y no reprocharle las dos o tres parrafadas perfectamente abreviables de la película, espero no echarle en cara los flashbacks innecesarios ni el sentimentalismo que asoma de vez en cuando la cabeza para volver a esconderla enseguida, espero, en fin, ser justo y acordarme sólo de las magníficas escenas de acción, del exquisito tratamiento de los personajes, del laborioso y simplísimo desarrollo de la trama, y, sobre todo, de haberse tomado la molestia de no hacer un thriller al uso, es decir, una película que sólo plantea preguntas que pueden resolverse, igual que se resuelve un puzle, sino una película que también plantea otra clase de preguntas, la clase de preguntas que no encajan con ninguna respuesta, o que encajan con muchas, con tantas que no hay forma de dejar de dejar de hacérselas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El resumen de los hechos puede hacerse en un segundo: varias personas, entre ellos algunos policías, secuestran a una niña para librarla de su madre yonqui. Un detective privado los descubre y devuelve la niña a su madre. Así dicho, parece un final feliz. Pero si habéis visto la película sabéis que no es feliz, y que tal vez no es ni siquiera un final.
En los primeros minutos, la voz en off del protagonista (el detective), dice: «siempre he creído que todo aquello que no eliges es lo que te define. Tu ciudad, tu barrio, tu familia.» Y a continuación añade: «de pequeño le pregunté al cura cómo se podía ir al cielo viviendo en este barrio sin morir en el intento. Me dijo lo que Jesús les decía a sus discípulos: sois ovejas entre lobos. Sed sagaces como serpientes e ingenuos como palomas.» Esas frases proverbiales son el signo y el emblema de toda la película.
Los secuestradores son sagaces porque traman un plan perfecto para raptar a la niña, y son ingenuos porque creen que lo hacen por su bien: creen que pueden darle una vida mejor que la que tendrá junto a su madre cocainómana, y creen que pueden hacerlo, además, engañando a todo el mundo, raptándola, escondiéndola y haciéndola pasar por quien no es. El detective, por su parte, también es sagaz, porque él solito desenmascara el plan de los secuestradores, y es ingenuo, tan ingenuo como ellos, y lo es por el mismo motivo, aunque en principio parezca radicalmente opuesto: cree, al contrario que ellos, que una niña pertenece a sus padres, aunque éstos no estén dispuestos a asumir ese papel, y cree, al igual que ellos, que está en su mano salvar a la niña, y salvarse a sí mismo de paso. Cree que hace lo correcto y que irá al cielo por ello. Se equivoca, naturalmente, del mismo modo que se equivocan los secuestradores, del mismo modo que se equivocó el cura que le aconsejó ser sagaz e inocente para ir al cielo. ¿Ir al cielo?, debería haberle dicho. Hijo mío, ¿no te has dado cuenta? Esto que ves (tu ciudad, tu barrio, tu familia) es el cielo. Y, créeme, por mucho que lo intentes, nunca saldrás vivo de él.
En los primeros minutos, la voz en off del protagonista (el detective), dice: «siempre he creído que todo aquello que no eliges es lo que te define. Tu ciudad, tu barrio, tu familia.» Y a continuación añade: «de pequeño le pregunté al cura cómo se podía ir al cielo viviendo en este barrio sin morir en el intento. Me dijo lo que Jesús les decía a sus discípulos: sois ovejas entre lobos. Sed sagaces como serpientes e ingenuos como palomas.» Esas frases proverbiales son el signo y el emblema de toda la película.
Los secuestradores son sagaces porque traman un plan perfecto para raptar a la niña, y son ingenuos porque creen que lo hacen por su bien: creen que pueden darle una vida mejor que la que tendrá junto a su madre cocainómana, y creen que pueden hacerlo, además, engañando a todo el mundo, raptándola, escondiéndola y haciéndola pasar por quien no es. El detective, por su parte, también es sagaz, porque él solito desenmascara el plan de los secuestradores, y es ingenuo, tan ingenuo como ellos, y lo es por el mismo motivo, aunque en principio parezca radicalmente opuesto: cree, al contrario que ellos, que una niña pertenece a sus padres, aunque éstos no estén dispuestos a asumir ese papel, y cree, al igual que ellos, que está en su mano salvar a la niña, y salvarse a sí mismo de paso. Cree que hace lo correcto y que irá al cielo por ello. Se equivoca, naturalmente, del mismo modo que se equivocan los secuestradores, del mismo modo que se equivocó el cura que le aconsejó ser sagaz e inocente para ir al cielo. ¿Ir al cielo?, debería haberle dicho. Hijo mío, ¿no te has dado cuenta? Esto que ves (tu ciudad, tu barrio, tu familia) es el cielo. Y, créeme, por mucho que lo intentes, nunca saldrás vivo de él.