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Voto de Melón tajá en mano:
7
Intriga. Thriller. Drama Después de varios meses de internamiento en una clínica psiquiátrica, a raíz de un violento e inesperado brote psicótico, los médicos dan de alta a Luis. Beatriz, su mujer, experimenta sentimientos contrapuestos: por un lado, la alegría de recuperar a quien ha sido su pareja durante 25 años, la persona con la que ha compartido tantos proyectos; pero, por otro, la inquietud que le produce no saber si seguirá siendo el mismo de antes o ... [+]
22 de noviembre de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres años después de la emotiva 'La ventana', Carlos Sorín regresa al frente escribiendo y dirigiendo 'EL GATO DESAPARECE', thriller psicológico en su sentido más pleno con un punto de partida básico e inquietante: un paciente de una clínica psiquiátrica vuelve a casa con su mujer tras recibir el alta.

Sorín aprovecha cada milímetro de película y se basta con un fabuloso metasintagma antes de los créditos iniciales para presentarnos al protagonista. Su background queda al descubierto en sólo tres minutos a través del análisis de su historial clínico.

En 'El gato desaparece' el director argentino da una lección sobre cómo crear expectación únicamente con dos personajes enigmáticos y de recovecos perfectamente dibujados. El espectador asume rápido que no hay espacio suficiente en los psiquiátricos para tanta locura y que buena parte de ella tiene que quedarse fuera.

La banda sonora (compuesta por su hijo Nicolás) acentúa correctamente cada escena sin recurrir al histrionismo. De diez son la fotografía y el sonido, que juegan roles fundamentales en este viaje a las trastornadas psiques del paciente y su señora, cuyo sufrimiento es tan contagioso como esquizofrénico.

El cineasta se hace grande utilizando el cuadro y el espacio escénico con una inteligencia poco habitual entre sus compañeros de oficio. Justo cuando la película empieza a enfriarse el director nos rescata del abismo con un exquisito ejercicio de fuera de campo, elevando la tensión de la película a su cota más alta.

Sorín roza la gloria con la punta de los dedos pero nos deja helados con un giro final frío, colegial y poco acorde con todo lo narrado. Muchas de las cálidas sensaciones se desvanecen en un solo minuto. Fantástica película, sobre todo para huir un rato de tanta cordura.
Melón tajá en mano
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