Gracias a Bruce Willis primero, y a Jason Statham, Vin Diesel y The Rock después, nos dimos cuenta de que los calvos pueden ser guays, pueden molar, ser héroes, ser sexys, ser la hostia.

Es un aporte social digno de mención. Cuantos hombres en esos difíciles y duros momentos en los que se les iba cayendo el cabello han dicho lo de "pues me lo rapo entero y me quedo como La Roca", cuántos le han dicho a su pareja "voy a estar como Statham, que a ti te gusta", cuántos mirándose al espejo han intentado sacarse un ligero parecido a Bruce Willis.

Así tenemos cintas como Mercury Rising, donde cuestiones como que la trama sea original, que la historia sea interesante o que la película tenga cierto sentido son lo de menos. Ni son originales, ni son interesantes, ni tienen sentido. Puedes hacer cualquier película de estas con las siguientes 4 palabras: Pentágono, EE.UU., Chip, Héroe.

No, todo se juega a una carta, al héroe. A ese Bruce Willis con su poker face. Nosotros las vemos y hasta en muchos casos las disfrutamos. Es cierto, de lo que pasaba en Mercury Rising posiblemente no nos acordemos nunca más, pero sí que sabremos una cosa, una idea, un mantra que nunca dejaremos de repetir, que nunca olvidaremos, nuestro bote salvavidas en el naufragio capilar: Los Calvos pueden molar.

Gracias Mercury Rising, gracias por ayudar a tanta gente en el mundo.