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Voto de Kasanovic:
6
Intriga. Thriller Después de ser secuestrado, Paul Conroy (Ryan Reynolds), contratista civil en Irak, se despierta enterrado vivo en un viejo ataúd de madera, sin más recursos que un teléfono móvil y un mechero. El teléfono podría ser el único medio que lo salvara de esa mortal pesadilla, pero la precariedad de la cobertura y la escasa batería parecen obstáculos insuperables en su lucha contra el tiempo: sólo dispone de 90 minutos para ser rescatado ... [+]
13 de diciembre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los mayores miedos a los que tradicionalmente se ha enfrentado el hombre es ser enterrado vivo. La perspectiva ante una muerte lenta, dolorosa y completamente solitaria ha generado multitud de escenas en películas y libros donde contemplamos la destrucción de un ser humano que poco puede hacer ante su inminente adiós a la vida.

A partir de esta idea, Buried pretende ofrecernos el relato de Paul Conroy, un contratista americano que, tras sufrir un ataque por parte de fuerzas insurgentes, es enterrado vivo en algún lugar del país. Como asistencia, Paul dispondrá de un mechero, un teléfono móvil con escasa batería y varios objetos más que no destriparemos aquí. Al contactar con sus secuestradores, le solicitan cinco millones de dólares y la grabación de un vídeo donde testifique sobre quién es y lo que ocurrirá si no se abona la recompensa. Noventa minutos son los que le separan de la muerte, y noventa minutos es la duración total de la cinta.

El principal problema al que se enfrenta la película es explicar quién es Paul Conroy. En otras situaciones cinematográficas similares, como el magnífico episodio de CSI rodado por Tarantino, existía la ventaja de que el espectador poseía un cierto feeling con el protagonista, y a partir de ahí resultaba mucho más sencillo crear esa atmósfera de agonía en él. Con el personaje de Conroy eso no sucede, por lo que el director se ve obligado a narrar su pasado paralelamente al presente. La tarea de Cortés es espléndida, puesto que conforme avanza la obra nos sentimos cada vez más metidos en el papel de Conroy, padecemos y sufrimos junto a él, en una simbiosis que durará hasta el final de la película.

No es oro todo lo que reluce, sin embargo, y a pesar del gran trabajo de dirección y de la más que correcta actuación de Reynolds, Buried padece muchos problemas desde el punto de vista de la credibilidad. El papel de la gente al otro lado del teléfono roza en ocasiones lo absurdo, y la mayoría de los diálogos podrían haberse evitado o por lo menos acortado. Mención aparte merece la conversación de Conory con el asistente de seguros, que transcribe el más que gastado discurso de la maldad de los empresarios. Tampoco son aceptables varias de las situaciones por las que atraviesa Conroy dentro de la tumba, resueltas a veces de una forma absolutamente inverosímil.

Prevalecen, no obstante, las virtudes de Buried sobre sus defectos, logrando el objetivo de transmitir una sensación de intriga al más puro estilo Hitchcock. Hay que hacer referencia a ese final, que bebe directamente de las grandes obras del director británico. Buried supone, en definitiva, una nueva inyección en vena de buen cine para nuestro país y la confirmación de su director como una de las más firmes promesas para romper con ese cine “almodovariano” que durante las últimas décadas parece habernos definido en el plano internacional.
Kasanovic
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