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Voto de Kasanovic:
6
Drama. Comedia Johnny Marco (Stephen Dorff) es un actor de gran éxito cuya vida de excesos y lujo cambia por completo cuando, sin previo aviso, se presenta su hija de once años (Elle Fanning), fruto de un matrimonio fracasado. Johnny es una estrella de cine que vive en un lujoso hotel de Hollywood, conduce un ferrari y sale con bellas mujeres sin comprometerse con ninguna. (FILMAFFINITY)
25 de noviembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Sofia Coppola irrumpió en el mundo del cine, algunas voces del mundo del cine la marcaron por ser la hija del director de El Padrino. Sin embargo, Somewhere supone ya su cuarta película, un número suficiente para considerar que su presencia en el mundo de Hollywood se debe únicamente a su origen familiar.

Y es que, más allá de que nos satisfaga o no, lo que no podemos negar es que Somewhere tiene el toque personal de Coppola, algo que ya vimos en Lost in Translation y Maria Antonieta. Planos medios, escenas de larga duración, predominio de lo visual sobre el diálogo… Coppola construye la película a través de lo que ella pretende, aunque no por ello debemos olvidar algunas influencias. Tanto el principio como el final de la película parece un homenaje a Tarkovsky, y un fiel reflejo de lo que la directora pretendía lograr.

El argumento del filme gira en torno a la lujosa pero a la vez vacía vida de un prestigioso actor de Hollywood, Johnny Marco, al que el hacerse cargo de su joven hija (representada perfectamente por Fanning) le llevará a sumirse en un pozo de alegría y satisfacción personal. Conforme avanza el metraje, Coppola quiere hacernos creer que en la vida de un actor hay mucho dinero y prestigio, pero escasa relación social más allá de las fiestas y del sexo.

El problema principal que presenta la película es que, al igual que el actor, parece vacía. En ningún momento logra enganchar, debido a la excesiva apatía que rodea al personaje de Dorff y a la excesiva presencia de escenas “de relleno”, que no hacen sino cortar el ritmo de una obra que en su planteamiento podía haber resultado magnífica, pero sobre la cual pesa la excesiva lejanía del público respecto al protagonista, lo poco que nos importa lo que le suceda o le deje de suceder, ya que ni a él mismo parecen importarle las consecuencias de lo que hace. No es culpa de la actuación de Dorff, que es correcta (aunque hubiésemos firmado que el papel de protagonista parase a Benicio del Toro, que hace un gran Cameo), sino de cómo Coppola plantea su papel.

A buen seguro, muchos de los residentes de Hollywood aplaudirán la película porque se ven reflejados en ella. No podemos dudar de que Coppola conozca a la perfección la industria, habiendo vivido en ella desde el día de su nacimiento. Pero no podemos culpar al público de que la película no seduzca, no atraiga, no emocione, no permanezca en el recuerdo, porque lo cierto es que no lo hace.
Kasanovic
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