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Voto de Alcaudón:
9
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45 475
Intriga. Drama
Leonard Vole (Tyrone Power), un hombre joven y atractivo, es acusado del asesinato de la señora French, una rica anciana con quien mantenía una relacion de carácter amistoso. El presunto móvil del crimen era la posibilidad de heredar los bienes de la difunta. A pesar de que las pruebas en su contra son demoledoras, Sir Wilfrid Roberts (Charles Laughton), un prestigioso abogado criminalista londinense, se hace cargo de su defensa. (FILMAFFINITY) [+]
12 de diciembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La eficacia del sistema judicial es en nuestro mundo un tema de permanente actualidad. Desde mucho tiempo atrás, la justicia se entiende administrada por los juzgados, tribunales y órganos similares de los distintos países. Hoy día, éstos son entendidos como máximos garantes de la justicia, como aquellos que, en nuestros modernos Estados, deben hacer respetar las leyes. Es lógico que con la llegada del cine incluso se hiciera contar a esta disciplina con un mini-género propio, el drama judicial. No menos extraño resulta que un tema de tanta relevancia y peso social cuente con varias grandes películas. Una de ellas es, sin lugar a dudas, "Testigo de cargo".
Sin embargo, "Testigo de cargo" no es una joya del cine de principio a fin. No llega a la maestría expuesta en "Doce hombres sin piedad", la cual, además de un alegato contra la pena de muerte, posee un guión impecable, verosímil en todos sus puntos y demoledor en sus razonamientos, acuchillando testigo a testigo la certezas y la dudas. Tampoco conmueve como el otro gran referente, para mí, de este género, "Matar a un ruiseñor".
"Testigo de cargo", sin embargo, posee al mismo tiempo grandes virtudes y claros defectos. Las escenas finales son digna del más paupérrimo thriller de sobremesa. Ciertos elementos de la cinta que ayudan a perpetrar los giros argumentales pueden llegar a chirriar bastante. Intercalar el hilarante humor negro del abogado Sir Wilfrid Roberts, que además sostiene el film durante varios tramos del mismo, con el tema que de fondo ocupa a la película y realmente la eleva puede crear confusión en cuanto a los fines del film.
En conclusión, sería acertado decir que la obra de Wilder no llega a la magnificencia de "Doce hombres sin piedad", ni a emocionar como "Matar a un ruiseñor". Aún así, "Testigo de cargo" contiene dos elementos muy especiales, uno más claro y otro más oculto, que han quedado en mi memoria e incluso me han perturbado, y por ello obvio sus fallos, unos leves y otros clamorosos (en aspectos de guión, principalmente). Las razones, por si acaso, en el spoiler.
Sin embargo, "Testigo de cargo" no es una joya del cine de principio a fin. No llega a la maestría expuesta en "Doce hombres sin piedad", la cual, además de un alegato contra la pena de muerte, posee un guión impecable, verosímil en todos sus puntos y demoledor en sus razonamientos, acuchillando testigo a testigo la certezas y la dudas. Tampoco conmueve como el otro gran referente, para mí, de este género, "Matar a un ruiseñor".
"Testigo de cargo", sin embargo, posee al mismo tiempo grandes virtudes y claros defectos. Las escenas finales son digna del más paupérrimo thriller de sobremesa. Ciertos elementos de la cinta que ayudan a perpetrar los giros argumentales pueden llegar a chirriar bastante. Intercalar el hilarante humor negro del abogado Sir Wilfrid Roberts, que además sostiene el film durante varios tramos del mismo, con el tema que de fondo ocupa a la película y realmente la eleva puede crear confusión en cuanto a los fines del film.
En conclusión, sería acertado decir que la obra de Wilder no llega a la magnificencia de "Doce hombres sin piedad", ni a emocionar como "Matar a un ruiseñor". Aún así, "Testigo de cargo" contiene dos elementos muy especiales, uno más claro y otro más oculto, que han quedado en mi memoria e incluso me han perturbado, y por ello obvio sus fallos, unos leves y otros clamorosos (en aspectos de guión, principalmente). Las razones, por si acaso, en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Dos son las causas por las que obvio los fallos, unos leves y otros clamorosos (en aspectos de guión, principalmente), de esta cinta,
- La primera, que también en este orden se nos muestra, es el propio juicio. El trato que se hace a los testimonios de los testigos. Puede parecernos, a primera vista, que las situaciones ideadas para que el genial abogado vuelque los fundamentos de los testigos de la defensa están diseñados perfectamente para ello. Me refiero a lo expuesto por el policía y a la vieja doncella de la dama asesinada. Nada más lejos de la realidad. Lo aquí expuesto concuerda netamente con la realidad, en donde la habilidad de un letrado en el uso de la palabra y en la interpretación de las circunstancias puede trastocar un testimonio, por muy cierto o ajustado a la verdad que fuere. A esto se une la gran importancia que en nuestro derecho, y más aún en el derecho anglosajón (debido a la mayor capacidad de actuación del abogado), tienen las pruebas testificales, en muchos casos determinantes del veredicto final, y más relevantes si cabe en un juicio por jurado.
- La segunda, y quizá menos perceptible, tiene lugar en las escenas finales de la película, en la fatal (fatal por mala) escena del desenlace. El señor Roberts se muestra desconcertado, patidifuso, ante la verdad relevada. Su incredulidad no viene dada sino por el devenir del juicio. Christine, mediante el uso de la verdad, ha conseguido precisamente lo contrario de lo que la verdad representa y debe conseguir: la injusticia. Mediante el uso de la verdad ha conseguido que un hombre culpable sea absuelto. Y lo ha hecho en el órgano que en nuestro Estado de derecho, en nuestra democracia, es el adalid, el representante de la aplicación de la justicia misma, su pilar esencial. De este modo, se perfila abruptamente para el abogado dos tipos de justicia: la verdad procesal, judicial, y la "verdadera verdad", universal. Y no han de ir necesariamente unidas. Es más; mostradas claramente, una frente a otra, pueden llegar a ser antagónicas.
- La primera, que también en este orden se nos muestra, es el propio juicio. El trato que se hace a los testimonios de los testigos. Puede parecernos, a primera vista, que las situaciones ideadas para que el genial abogado vuelque los fundamentos de los testigos de la defensa están diseñados perfectamente para ello. Me refiero a lo expuesto por el policía y a la vieja doncella de la dama asesinada. Nada más lejos de la realidad. Lo aquí expuesto concuerda netamente con la realidad, en donde la habilidad de un letrado en el uso de la palabra y en la interpretación de las circunstancias puede trastocar un testimonio, por muy cierto o ajustado a la verdad que fuere. A esto se une la gran importancia que en nuestro derecho, y más aún en el derecho anglosajón (debido a la mayor capacidad de actuación del abogado), tienen las pruebas testificales, en muchos casos determinantes del veredicto final, y más relevantes si cabe en un juicio por jurado.
- La segunda, y quizá menos perceptible, tiene lugar en las escenas finales de la película, en la fatal (fatal por mala) escena del desenlace. El señor Roberts se muestra desconcertado, patidifuso, ante la verdad relevada. Su incredulidad no viene dada sino por el devenir del juicio. Christine, mediante el uso de la verdad, ha conseguido precisamente lo contrario de lo que la verdad representa y debe conseguir: la injusticia. Mediante el uso de la verdad ha conseguido que un hombre culpable sea absuelto. Y lo ha hecho en el órgano que en nuestro Estado de derecho, en nuestra democracia, es el adalid, el representante de la aplicación de la justicia misma, su pilar esencial. De este modo, se perfila abruptamente para el abogado dos tipos de justicia: la verdad procesal, judicial, y la "verdadera verdad", universal. Y no han de ir necesariamente unidas. Es más; mostradas claramente, una frente a otra, pueden llegar a ser antagónicas.