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España España · Huelva
Voto de Anibal:
2
Ciencia ficción. Thriller. Terror Clive (Adrien Brody) y Elsa (Sarah Polley) son dos brillantes científicos que, por medio de la ingeniería genética, se dedican a crear variaciones de especies conocidas. Aunque han alcanzado el éxito, su ambición les hará perder el control, cuando, en secreto, decidan llevar sus experimentos más allá de la moral. Combinando ADN humano en sus experimentos genéticos obtendrán un nuevo escalón en el árbol evolutivo actual. (FILMAFFINITY)
3 de febrero de 2011
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me ha gustado este filme por muchos motivos y, además, me parece una mala película en casi todas sus facetas. Más allá de que beba de otras fuentes como, por ejemplo, el mito de Frankenstein o la película “Species”, no dejo de pensar en qué quiso hacer realmente el director cuando rodó esta cinta. No es una película de terror, ni ciencia-ficción al uso, ni tampoco un thriller de suspense… no sé, si buscaba crear una cinta chocante y grotesca desde luego que eso sí que lo ha conseguido.

Tras un arranque medio interesante, más o menos sus primeros 15 minutos, el filme empieza a decaer de forma paulatina. La historia se desarrolla con lentitud, sin chicha ni limoná y conforme avanza el metraje cada vez se acentúa más que está perdiendo el norte. A mitad del filme ya empiezan a aflorar vueltas de tuerca ridículas y el producto termina por transformarse en algo retorcido, grotesco y aburrido. Y por desgracia lo peor está por llegar, ya que el desenlace es pura basura cinematográfica.

Si piensas que vas a presenciar un atractivo dilema ético-moral sobre la ciencia o una historia que gravite sobre el ego del ser humano queriendo ser Dios, entonces te aconsejo que esperes pacientemente sentado. La columna vertebral de la historia no es más que la tediosa evolución de una asquerosa criatura engendrada por el hombre de manera artificial. No sé por qué han tenido que poner en escena un bicho tan repulsivo como ese (y no sólo me refiero al aspecto físico). En su lugar bien podrían haber creado una criatura simpática (con la que empatizaras y te rieras) o un bicharraco potente que repartiera leña a diestro y siniestro (así por lo menos hubiéramos visto algo de acción o nos hubiésemos asustado). Pues no, el bichejo tenía que ser una cosa esperpéntica y, para colmo, con unos ademanes y ruiditos de lo más vomitivos.

Sé que “esto” es un producto de bajo presupuesto (26 millones de dólares) y que tiene algunas cosillas que no están mal (los efectos especiales son más que aceptables dadas las circunstancias, la pareja protagonista no lo hace mal a nivel interpretativo y, por último, el arranque promete algo interesante), pero no me puedo quitar de la cabeza esas escenas de “sexo no convencional” con la criatura como protagonista (quien haya visto el filme me entenderá). Me parecieron tan delirantes y de tan mal gusto que pocas veces he sentido tanto asco viendo una película.

A Vincenzo Natali le tengo que agradecer el haber disfrutado de obras suyas como “Cube” o “Cypher”. Sin embargo, la cinta que nos atañe bien podría habérsela ahorrado.
Anibal
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