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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
5
Western En Texas, dos años antes de estallar la Guerra Civil Americana, King Schultz (Christoph Waltz), un cazarrecompensas alemán que sigue la pista a unos asesinos para cobrar por sus cabezas, le promete al esclavo negro Django (Jamie Foxx) dejarlo en libertad si le ayuda a atraparlos. Él acepta, pues luego quiere ir a buscar a su esposa Broomhilda (Kerry Washington), esclava en una plantación del terrateniente Calvin Candie (Leonardo DiCaprio). (FILMAFFINITY) [+]
29 de marzo de 2013
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a perder mucho tiempo autojustificandome. Si te gusta mi opinión, bien. Y si no, ya sabes: ajo, agua y botón derecho. Pero diré que de los escasos 34 dieces que llevo puestos (sobre mil trescientas y pico películas valoradas) dos se los ha llevado el bueno de Tarantino. Así que no; no soy precisamente un “hater”. Muy al contrario, y por lo general, he disfrutado como un enano de sus películas.

Por lo general, repito… Porque, muy a mi pesar, esta Django desencadenado ha resultado ser una mierdecilla completamente olvidable amen, por supuesto, de la peor película hecha por el bueno de tito Quentin hasta la fecha.

Quentin ha perdido el “mojo” y se ha convertido en un tipo bastante plasta y previsible. De hecho, la más triste y perfecta metáfora de la evolución de su cine es el propio físico de Tarantino: aquél tipo nervioso de mirada perturbada que le lamia los pies a Salma Hayek a principios los 90, ese del que te hubieses creído que guardaba un feto humano en el congelador, aparece aquí en un cameo convertido en un vejete tripón de expresión bonachona y ligeramente palurda. Del mismo modo, su cine fibroso –puro magro cinéfilo-, provocador y sin gota de grasa de los 90 ha dado paso a este ramplón divertimento demasiado políticamente correcto, carente de verdadero ingenio, mal guionizado*, lleno de michelines de metraje innecesario y torpemente rematado.

Efectivamente, y eso casi no es novedad, aquellos diálogos cáusticos y chispeantes que nos maravillaron en Reservoir Dogs y Pulp Fiction aquí ya han desaparecido completamente para dar lugar a intercambios banales propios de cualquier “sitcom” de sobremesa (los he visto mucho más divertidos en escenas de matrimonio). Tarantino consigue hacerte sonreír un par de veces, sí, pero es una sonrisa melancólica y algo forzada que nada tiene que ver con la irrefrenable carcajada que te provocaba Havey Keitel con su “Tengo la polla de Madonna en el oído izquierdo y a la chinita Toby nosequé en el derecho”. Su humor es bobalicón y primario y se sustenta en escenas tan lamentables y torpes como la de la reunión del Ku KluxKlan –quien se haya reído con el gag de las capuchas que me escriba: lo incluiré en la misma lista que a los fans de Jan Jar Binks- En cuanto a la historia en sí, y como bien comenta alguno, no daba ni en broma para tres horas de metraje, así que ocurre lo inevitable: se pierde en circunloquios innecesarios y acaba provocando el aburrimiento del respetable. Eso sin mencionar lo evidente que resulta que última media hora es completamente improvisada y que Tarantino no tiene nada que contar.

Lo que sí es novedad, y un tanto deprimente, es lo gris de la dirección. Y es que incluso el peor Tarantino era capaz (hasta ahora) de sacar petróleo de hasta el más mediocre guion, cosa que aquí no ocurre:

Kill Bill era (y es) una gilipollez. El guión era poco más que inexistente y la trama no había por dónde cogerla. Tampoco los diálogos eran la repanocha. Como muchos dijeron en su época era “un envoltorio vacío”. Y sin embargo, la perfección técnica que revelaba la ejecución de cada detalle, el absoluto dominio del montaje y la dirección que mostraba Tarantino en cada toma era tan apabullante y vibrante que era imposible no “comprarla”. Aquí, por desgracia, no encontramos esa magia: nada deslumbra, nada epata o se queda grabado en la memoria. Aquí no encontrarás ni rastro de planos-secuencia como aquel que seguía a Uma Thurman hasta el aseo ni festivales pirotécnicos como su pelea contra los 88 maníacos. ¿Dirigida por Quentin Tarantino? Bueno, si él lo dice, nos lo creemos, pero no hay nada en Django que lo demuestre. Esto podría haberlo dirigido cualquier director de segunda unidad mínimamente competente.

Por supuesto, sólo faltaría, en ella hay cosas salvables. Quien tuvo retuvo, y Tarantino es capaz de demostrar verdadero talento en un par de ocasiones, como cuando se recrea (para nausea del respetable) en la pelea de aquel par de pobres diablos condenados a matarse a golpes o cuando uno de aquellos esclavos es arrojado a los perros. Pero no dejan de ser dos perlas aisladas en un océano de medias tintas y autocomplacencia.

En definitiva, si como película aislada no pasa de mediocre, como película del Tarantino es una completa decepción. Demasiado dispersa, bastante insulsa y rápidamente olvidable. Y es que mucho me temo que Quentin se nos hace viejo.

*Darle el oscar al mejor guion a Tarantino por esto (WTF?) fue una decisión casi tan acertada como ni siquiera nominar a Reservoir Dogs su año. ¿La academia siguiendo su costumbre de reparar cagadas a destiempo?
Jinete nocturno
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