Sin palabras del protagonista masculino, con dos escuetas frases de la actriz principal, y con diálogos mínimos por parte de otros personajes, Ki-Duk Kim desarrolla un espléndido guión que se sustenta en las imágenes aprovechando así al máximo el recurso que diferencia principalmente el lenguaje cinematográfico del literario. A partir de un argumento sencillo, con la belleza visual, un impecable trabajo corporal y expresivo de Seoung-yeon Lee y Hee Jae, y el hermoso acompañamiento musical, logra llenar la pantalla de química para el espectador.

La historia se ve enriquecida con elementos tanto simbólicos como mágicos, que en cierto modo evocan al surrealismo... Desde detalles como la fotografía rota en pedazos y recompuestos de modo desordenado, o el lavar la ropa a mano a pesar de tener lavadora, hasta la casi invisibilidad del protagonista capaz de en una escena antológica besar a su amada mientras ella abraza a su esposo.

¿Qué podrá darnos el director surcoreano con más tiempo, si escribió este guión en un mes, rodó la película en dieciséis días y la montó en diez? Después de las internacionalmente reconocidas y premiadas "La isla" y "Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera", con este sutil y hermoso poema de amor que declama los más intensos sentimientos sólo con gestos y miradas, Ki-Duk Kim se afianza como uno de los grandes realizadores contemporáneos del cine asiático, y por ende, del cine mundial.