La enfermedad de todas las segundas partes es que pierden el factor sorpresa y hay que buscar un nuevo aliciente para enganchar a...los adultos. Los niños lo pasarán pipa una vez más.

En la primera parte era todo novedoso, unos pitufos que salían por primera vez de su aldea a un mundo real, con los peligros que esto conlleva. Aquí vuelven a la ciudad, pero ya no despierta esa curiosidad, porque los hemos visto desenvolverse con soltura en ese ambiente. Los personajes no se tienen que conocer, como ocurría en la otra. Hablar con seres azules y diminutos debería ser de locos. Ahora es algo normal. Han añadido la figura del abuelo como porción mágica para los chistes y la parte cómica y ha estado bien, pero ha perdido todo el encanto y la magia de los pequeños pitufos. Gargamel es el único que ha crecido de forma alarmante, al ser humano pasa más desapercibido, pero con su magia se está haciendo muy famoso, pero necesita más y para ello quiere la fórmula secreta que le podrá entregar Pitufina. Para ello utilizará a dos nuevos pitufos, también de su creación, para cautivar a la fémina rubia y conseguir su malvado plan.

Advierto que a los adultos se les hará un poco sosa, sin embargo, los críos estarán en su salsa.