Vivir es fácil con los ojos cerrados envuelve mucho y bueno. Y eso que los tres protagonistas no las tienen todas consigo. Un profesor de inglés que hace argollas para cumplir un sueño, conocer a su admirado John Lennon, para ello se prepara para hacer un largo viaje a ver si suena la flauta y tiene suerte en el intento. Acompañado por su cartera y por su coche, un Seat 850. Por el camino se encontrará con Belén, una chica muy mona de 21 años y embarazada, que viaja sin rumbo fijo y sin saber que hacer ni con su vida, ni con la de su futuro bebé. Y claro, no podía faltar el peque del grupo. Juanjo, de 16 años y harto de su padre, quien se marcha de casa, intentando labrarse un futuro lejos de su familia.

En dicha aventura, perfectamente dirigida por David Trueba y bajo el liderato interpretativo de Javier Cámara, con esa maestría y ese buen humor que le caracteriza, Antonio se irá ganando el respeto y el cariño de sus acompañantes de viaje. Siempre dispuesto a ayudar a ambos, aunque sin salirse del plan que lo ha llevado a Almería.

La película transmite buen rollo desde el principio, a pesar de las desgracias de los chavales protagonistas en sus respectivas vidas, pero la aparición de Antonio en sus vidas y no solo sus consejos, sino su ayuda, les abrirá los ojos y la mente a unos proyectos de futuro que días antes no se les pasaba ni por la cabeza.

Me ha encantado también la ambientación, desde el interior de las casas, la vestimenta, el rústico hotel, los vehículos y la simpleza del set de rodaje de la supuesta película a rodar por John Lennon. ¿Podría tener una nota más alta? Por supuesto, si se hubiese aprovechado a gente del talento de Jorge Sanz o Ariadna Gil.