A pesar de referencias al material original de la serie animada ‘Dora la exploradora’, casi nada sobrevive de la esencia de esa serie lanzada por NIckelodeon en esta trasposición del famoso personaje a la gran pantalla, que termina siendo una película en acción real de aventuras de adolescentes a lo Indiana Jones, con menos ingenio y decididamente dirigida a un público infantil.

La historia inicia presentando a Dora siendo una niña, y a sus padres arqueólogos (Michael Peña y Eva Longoria), ellos habitan en una zona selvática donde Dora comparte el tiempo junto a su amigo y primo Diego, quien pronto parte a la ciudad junto a sus padres y su mono llamado Botas.

Diez años después, Dora (Isabel Moner) es ya una adolescente que conoce a la perfección su entorno selvático, pero sus padres deciden mandarla a Los Angeles para que estudie y aprenda a vivir en la ciudad y con jóvenes de su edad, ahí se reencuentra con su primo y a un entorno desconocido y hostil que pronto parece dominar, pero será obligada a regresar a la selva junto a unos compañeros, para cooperar con unos bandidos que desean encontrar una mítica ciudad inca perdida y así rescatar a sus padres.

Dirigida por James Bobin, quien antes realizó un par de película de Los Muppets además de ‘Alicia a través del espejo’, entre otras, esta versión real de Dora adolece de varios puntos, siendo la primera, la decisión de mostrar a un personaje infantil icónico como una adolescente, de inicio el planteo parece interesante, sacar al personaje de su habitual contexto y llevarlo a los terrenos de una coming of age de jóvenes inadaptados que deben buscar su lugar en la difícil etapa del secundario.

Pero esto no llega a suceder porque muy pronto la acción regresa a la selva, los personajes no muestran desarrollo alguno y todo se reduce a presentar las aventuras que Dora, su primo y dos compañeros, además de su mono Botas, deberán sortear junto a un peculiar personaje que interpreta Eugenio Derbez, quedando todo en un despliegue de secuencias de acción con mucho CGI, incluyendo alguna secuencia animada, y situaciones que se resuelven de manera aleatoria y no mucho más.

Hay que decir que la película se torna si entretenida, mucho gracias al carisma de Isabel Moner y a algunos momentos en los que está en pantalla el infalible Michael Péña, pero el resto no es más que una muy elemental película con jóvenes corriendo de un lado a otro, pero en un producto que solo se piensa dirigido a un público infantil.

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