Prácticamente todas las revoluciones siguen una ley casi física que las empuja hacia adelante en un proceso de radicalización cada vez peor. Partimos de una situación más o menos autoritaria que provoca la revuelta, luego llega la fase democrática, y más tarde, la socializante o comunistoide hasta la anarquía pura y dura. Evidentemente el devenir puede ser abortado en seco, retroceder, volver a avanzar, subir, bajar, en función de miles de circunstancias, lo cual, unido a la extraordinaria violencia que se despliega en ellas, hace del propio concepto de "Revolución" una pesadilla de resultados casi siempre funestos, o al menos, peores que el punto de partida. Ahora bien, para la progresía mundial, la propia palabra es miel en sus oídos, y una de las que más crédito tenía en los años 50 y 60 era precisamente la que se produjo en México en los años 10. A la vez se nos quiere decir que la realidad nunca está a la altura de los ideales pero no es cierto, están justo donde se encuentran aquellos. ¿Qué esperáis de tipos tan violentos, ignorantes, corruptos, ingenuos o despiadados como estos?

Elia Kazan de este modo nos ofrece su particular visión no tanto de la revolución mexicana como de la biografía de uno de sus caudillos más legendarios. La película está bien dirigida, la caracterización de los personajes es llamativa y los actores están impecables, pero el largometraje cuenta con algunos errores imperdonables. El primero, aunque entiendo el problema de la izquierda para encontrar un ídolo que al menos no sea siniestro, es que se falsea la vida de Emiliano Zapata, precisamente para hacerlo más presentable. Desde la ocultación de sus varios matrimonios e hijos sueltos por ahí, a que nunca fue presidente del país, pasando porque se escamotean sus desmanes y la de sus fuerzas, entregadas al pillaje masivo, al asesinato y a la violación, todo justificado bajo las palabras "libertad", "igualdad" y "democracia". Casi peor aún es el lío con el que se cuenta la propia revolución, que vista así resulta completamente incomprensible. Llega un momento que no sabes por qué luchan. En todo caso, te deja la sensación de ser una obra que no empieza mal pero que se atropella y acaba confundida.