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Voto de Reaccionario:
8
Aventuras Cuando Sir Robin de Locksley regresa a su hogar después de haber luchado en las Cruzadas, los habitantes de Nottingham viven en la miseria a causa de los gravosos tributos decretados por el gobernador. Cuando, además, descubre que éste ha asesinado a su padre, decide vengar su muerte y, seguido de un compañero de aventuras sarraceno, se interna en el bosque de Sherwood. (FILMAFFINITY)
12 de octubre de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este clásico del género del año 1991 es seguramente la mejor representación cinematográfica del popular héroe inglés. Pese a la pose histórica, "Robin Hood, príncipe de los ladrones", no deja de de ser una cinta de aventuras, de las de capa y espada, con amplias concesiones a la comedia, su dosis de romance y hasta con unas gotas de magia y brujería. La película es entretenimiento del bueno gracias a un guión bastante elaborado, un ritmo ágil, secuencias de acción abundantes y entretenidas, una excelente ambientación, una gran banda sonora en la que sobresale el precioso tema de Bryand Adams "(Everything I Do) I Do It for You" y una panoplia de actores de primer nivel. Un espectáculo además apto para todos la familia, desde los niños a los más adultos, gracias a la mezcla de géneros y al tono fresco pero formalmente elegante, propio de este tipo de cine, todavía pujante a inicios de los 90 pero del que andamos huérfanos hoy día.

Sobre el propio personaje de Robín Hood, ya me explayé en mi crítica sobre la versión de 1938 de Michael Curtiz por lo que solamente cabe recordar que Robin no era un vulgar delincuente sino un noble desposeído por el gobernador de Nothingham, que era desleal al legítimo rey Ricardo. Ciertamente Robin Hood fue un "héroe del pueblo" pero al mismo tiempo, era un reaccionario que ponía su espada al servicio del monarca no de una cosa tan horrorosa como la democracia o lo que se le pareciera en el siglo XIII. En este sentido, resulta del todo coherente que fuera precisamente el príncipe Juan, el que quiso hacerse con el trono de Inglaterra, el que iniciara la funesta historia constitucional de su país concediendo la Carta Magna de 1215. Por todo ello, la lealtad feudal, el monarquismo y la nobleza de Robin y sus compañeros resultan un regalo para el espectador, siempre y cuando se identifique con la derecha más tradicional, claro está.

Uno de los atractivos de la película que dirige Kevin Reynolds, reside en el tipo de héroe que encarna Kevin Costner, un héroe moderno, similar, por ejemplo, a Indiana Jones, entre otros muchos, en contraposición al héroe clásico, el de toda la vida, cuyo paradigma más logrado sería James Bond y al héroe actual, que es cualquiera que salga en pantalla en los últimos años. Digamos que si estos últimos se caracterizan por su perfección, lo que se traduce en la ausencia de cualquier momento de flaqueza o de debilidad, el héroe moderno puede ser todo lo hábil y valiente del mundo (que lo es) pero con debilidades en las que puede quedar mal, ser derrotado, meter la pata y hasta burlarse de él, en un momento dado. Un clásico de este tipo de héroe, es demostrar cierta torpeza o indecisión a la hora de tratar con las mujeres, muy en la línea del mejor anime japonés. Es decir, un héroe imperfecto pero a todas luces mucho más atractivo que el siempre sobrado que vemos hoy en día o el de las películas más clásicas.

Sobre lo dicho, el Robin Hood de esta entrega, al que alguien llega a calificar de "tonto confiado" resulta de lo más interesante, tanto por sus torpezas como su indudable valor y carisma. En este sentido, supera ampliamente al encarnado por Errol Flynt en el mencionado clásico de 1938. Aunque, claro está, Mary Elizabeth Mastrantonio se ve rebasada con creces por la belleza y elegancia de Olivia de Havilland. Quizás este sea el único punto en la que dicha versión supere a la de 1991.
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