O pensándolo mejor, ésta si que es "Una serie de catastróficas desdichas" y no la de Lemony Snicket y Brad Silberling. Por que a la tal Karen Blixen (una Meryl Streep hasta guapa) es que le pasa de todo y malo hasta el punto de pensar de haber si era gafe. Tomad nota de los reveses que tiene que afrontar. No sé si creer que la Primera Guerra Mundial fue culpa suya. Bromas aparte, qué vamos a hacer con "Memorias de África". Tiene una banda sonora a cargo del maestro John Barry de las mejores de la historia, y la ambientación, los paisajes naturales y la fotografía son atrayentes. Al final nos queda un bonito reportaje a la National Geographic, una serie de postales de lugares de ensueño, pero lo que es la película, no engancha. No llega a aburrir pese a sus 160 minutos llenos de diálogos pero tampoco gusta principalmente por un guión deficiente, una historia romántica floja, la ausencia de drama o conflicto y unos personajes con los que no congenias. Diría que es peor que "El Paciente Inglés" pues al menos está recrea con mucho más glamour y estilo el Egipto colonial que la de 1985 el África Oriental Británica.

Lo peor de "Memorias de África" es que los protagonistas hacen gala de un progresismo insoportable. Es preocupante que se tome a la heroína como una adelantada de su época, como un ejemplo de feminismo. Pues menudo ejemplo. Pero si no hace otra cosa que meter la pata. Observad que se equivoca en todo, desde su frívolo matrimonio a sus aventuras amorosas o su plantación de café. Claro que cuando las cosas se ponen feas ahí está su familia para socorrerla. Se ve que estos tienen que cuidarse de no cometer errores que para eso está Karen. Aunque peor es el personaje de Denys (Robert Redford). Tomad nota, chicos y chicas. Este tipo lo que cuenta son camelos para beneficiarse a cuantas más hembras pueda mejor. Su comparación con los animales que se aparean cuando les place sin más complicaciones, ni ataduras, es toda una declaración de intenciones. Y todavía hay quien ve romanticismo en esta historia. Por supuesto, los guiños progresistas son varios y no se reducen sólo al terreno sentimental sino también al anticolonialismo, al feminismo o un vitalismo ingenuo de funestas consecuencias.