A decir verdad, con un frío, seco e impenetrable Predicador. ¿O acaso no lo es? Sin duda la enigmática figura que interpreta Clint Eastwood, que no tiene nombre, ni pasado, ni futuro es el mayor acierto de este trabajo suyo. Aunque las interpretaciones sobre el personaje pueden ser muchas pues todo se deja bastante abierto, me da la sensación de que en realidad es un fantasma, una especie de muerto viviente regresado del más allá para hacer justicia. Son las oraciones reclamando un milagro de la joven Megan (Sydney Penny) y su voluntad de saldar una cuenta con el pasado, concretamente la venganza de sus asesinos, los que consiguen que vuelva. A favor de esta interpretación puede consultarse el SPOILER. Sea así o no, el pistolero es lo suficientemente enigmático como despertar las dudas no sólo del espectador sino de sus compañeros en la ficción.

Aunque en realidad, su presencia, media divina, medio diabólica, a mitad entre el héroe y el vulgar pistolero, es todo un aliciente para las damas que se topan con él. En este caso, tanto madre como hija quedan prendadas del Predicador. Y reconozco que no me extraña que lo hagan ante tal ejemplo de masculinidad seductora, máxime cuando se le compara con los pobres mineros, medio palurdos e imberbes que pudiesen competir con él. Por cierto, que diferencia con el de "Raíces Profundas", un tipo que pincha ni corta, pero que enamora hasta al niño (y aquí lógicamente han cambiado al personaje por Megan). Mientras tanto, yo con quien estaba embobado era precisamente con Megan. Qué muchacha más guapa y eso que sólo tenía 14 añitos. Sin embargo, una chica así, a ver que hombre ya adulto no le gusta. Qué razón tiene el Predicador cuando le dice que 99 de cada 100 hombres estarían orgullos de aceptarla.

Entre una cosa y otra, "El jinete pálido" se desenvuelve como un western de altura, con un estilo muy seco, sobrio y oscuro. Coincido con aquel que ha comparado su bella fotografía con el tenebrismo pictórico del XVII. Encima, aunque tiene algunos flecos no muy bien resueltos, como puede ser el tiroteo final, el guión tiene una solidez y la película en si tiene una atmósfera y una seriedad que la convierten en algo que no parece de Eastwood. O sí, pero no del Eastwood director, sino el de actor, el de los westerns del Leone o Harry el Sucio. Yo la verdad es que no entiendo como un tipo que ha podido rodar esta obra tan solvente pudiera haber patinado tanto con "Sin perdón" y que encima el público se lo valore. Pero si en esta última se enmienda así mismo. Si nos fijamos, William Munny desarrolla la misma función que el malvado comisario Stockburn con la diferencia que aquí es el malo y en la otra, ni más ni menos que el héroe.