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Voto de Sandro Fiorito:
8
7,6
6 989
Intriga
En 1945, un hombre con un solo brazo llega al desolado pueblo de Black Rock. Es John MacReedy (Spencer Tracy) y busca a Joe Komaco, un granjero japonés cuyo hijo le salvó la vida durante la guerra. El comportamiento de los vecinos es extrañamente hostil y grosero, y las preguntas de MacReedy sobre Komaco no reciben respuesta. Es evidente que ocultan algo, lo que despierta la curiosidad del forastero, que no está dispuesto a irse antes ... [+]
5 de febrero de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de la filmografía del director John Sturges (“Los siete magníficos”, 1960) y en la carrera del bueno de Spencer Tracy, figura, en lugar destacado, esta “Conspiración de silencio”. Una película llena de intriga, agradable sabor a western, personajes con una personalidad muy bien marcada, y una duración tan breve que hace que la cinta se nos pase en un soplido. En apenas una hora y veinte minutos podemos asistir a un notable espectáculo sostenido por el buen guión escrito por Millard Kaufman y expresado desde la calidad interpretativa de un reparto manifiestamente coral, con grandes e inmediatamente reconocibles estrellas de siempre como el principal protagonista, encarnado por Spencer Tracy, y el resto del plantel que va apareciendo según pasan los minutos, compuesto por nombres como Robert Ryan, Lee Marvin, Anne Francis o Ernest Borgnine, entre otros.
La historia que da pie a la trama comienza ante el mismo tren que hace llegar hasta el pequeño y hermético pueblo de Black Rock a un personaje que hace llamar la atención entre los nerviosos habitantes del lugar. Vestido de forma impecable, con un brazo inmóvil y portando una maleta, John J. Macreedy, de entre cincuenta y sesenta años de edad, trata de informarse en la ciudad del paradero de un granjero japonés, Joe Komako. Sus indagaciones son continuamente interrumpidas por las hostilidades a las que es sometido por una cuadrilla de vecinos encabezada por el calculador Reno Smith (Robert Ryan), seguido por un acechador Hector David (Lee Marvin) y el imponente Coley Trimble (Ernest Borgnine), quienes temen que el forastero descubra un misterioso hecho que todos tratan celosamente de ocultar. Macreedy asiste con indiferencia y mucho temple al “espectáculo” que le preparan, resolviendo sus desencuentros con serenidad y buenas palabras, pero esta actitud no hace más que acrecentar el nivel de inquietud de los chicos de Reno…
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
La historia que da pie a la trama comienza ante el mismo tren que hace llegar hasta el pequeño y hermético pueblo de Black Rock a un personaje que hace llamar la atención entre los nerviosos habitantes del lugar. Vestido de forma impecable, con un brazo inmóvil y portando una maleta, John J. Macreedy, de entre cincuenta y sesenta años de edad, trata de informarse en la ciudad del paradero de un granjero japonés, Joe Komako. Sus indagaciones son continuamente interrumpidas por las hostilidades a las que es sometido por una cuadrilla de vecinos encabezada por el calculador Reno Smith (Robert Ryan), seguido por un acechador Hector David (Lee Marvin) y el imponente Coley Trimble (Ernest Borgnine), quienes temen que el forastero descubra un misterioso hecho que todos tratan celosamente de ocultar. Macreedy asiste con indiferencia y mucho temple al “espectáculo” que le preparan, resolviendo sus desencuentros con serenidad y buenas palabras, pero esta actitud no hace más que acrecentar el nivel de inquietud de los chicos de Reno…
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Magnífico papel de un experimentado Spencer Tracy (“Lanza rota“, 1954), que traía a sus espaldas el trabajo de toda una vida para interpretar aquí a un hombre tranquilo que acaba encontrándose de cara, y sin querer, con la estupidez de un racismo impulsado por el odio y la falta de fundamentos. Un hecho muy fresco entonces, estando la película basada justo al término de la Segunda Guerra Mundial y recordando en varias ocasiones el famoso ataque japonés a Pearl Harbor. Se puede producir empatía con el personaje de Tracy, debido a su admirable personalidad y la forma en la que desarrolla todos sus actos. Rober Ryan (“Los implacables“, 1955) resuelve con solidez la papeleta del “malo de la película”, con el rol de una persona que tiene todo controlado e impone su respeto mediante el miedo. Se agradecen muchísimo los papeles de Lee Marvin (“La leyenda de la ciudad sin nombre“, 1969), que se convierte en un personaje totalmente impredecible, y Ernest Borgnine (“Marty“, 1955), ideal para el papel que desempeña, rudo e impetuoso. Walter Brennan (“Rivales“, 1936) cumple con creces como el afable Doctor Velie. Los demás, liquidan con gran nivel el trámite de sus papeles.
Las partituras de André Previn (“Los cuatro jinetes del apocalipsis”, 1962) no buscan demasiado protagonismo, por lo que se limitan a aparecer en pocas escenas en las que se puede escuchar un trabajo correcto, convencional, y ejecutado de una forma que rápidamente podemos asociar a muchas películas de cualquier género (drama, intriga, romance…) rodadas en la época. Con todo lo citado, decir que estamos ante una película que no da cabida a la decepción, entreteniendo con fluidez durante todo el metraje, dejando para el recuerdo memorables -y muchas veces tensas-escenas enmarcadas en un caluroso pueblo que se convierte en inolvidable por su ubicación solitaria y el carácter extraño y misterioso de su gente (que recuerda mucho a algo que ya he citado, el “western”, con sus peculiares lugareños que acechan y examinan concienzudamente a los forasteros). Todo con la calidad de una buena dirección, un gran guión y unas excelentes interpretaciones. Estupenda.
Las partituras de André Previn (“Los cuatro jinetes del apocalipsis”, 1962) no buscan demasiado protagonismo, por lo que se limitan a aparecer en pocas escenas en las que se puede escuchar un trabajo correcto, convencional, y ejecutado de una forma que rápidamente podemos asociar a muchas películas de cualquier género (drama, intriga, romance…) rodadas en la época. Con todo lo citado, decir que estamos ante una película que no da cabida a la decepción, entreteniendo con fluidez durante todo el metraje, dejando para el recuerdo memorables -y muchas veces tensas-escenas enmarcadas en un caluroso pueblo que se convierte en inolvidable por su ubicación solitaria y el carácter extraño y misterioso de su gente (que recuerda mucho a algo que ya he citado, el “western”, con sus peculiares lugareños que acechan y examinan concienzudamente a los forasteros). Todo con la calidad de una buena dirección, un gran guión y unas excelentes interpretaciones. Estupenda.