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España España · málaga
Voto de nachete:
6
Drama En un pequeño pueblo inglés, la policía recoge a Peter (Dean Stockwell), un chaval con la cabeza afeitada que rehúsa hablar ante las preguntas de los agentes. El Dr. Evans, el psiquiatra que colabora con la policía, será con quién el chico cogerá confianza y será el elegido para escuchar su increíble historia: Peter vivía con sus abuelos, unos antiguos feriantes de circo. Un día, mientras ayudaba en el colmado donde trabajaba, se entera ... [+]
20 de octubre de 2006
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los principales problemas de esta extraña película del irregular Joseph Losey reside en su elevado valor coyuntural, lo que sin duda no ha hecho más que mermar las (poquitas) cualidades que posee. Y es que si se quiere hablar de los horrores de la guerra en la actualidad se necesita algo más de crudeza y menos monsergas bobaliconas; la lección es la misma, pero para que conserve su fuerza en pleno siglo XXI hace falta poner más carne en el asador. Tampoco hay que ser negativos, la cosa podía haber sido peor, al menos eso se deduce de su desconcertante comienzo, en la línea de good-feel movies modernas como El secreto de los McCan (buff).

Efectivamente, el film arranca con la presentación del chaval protagonista (irreconocible Dean Stockwell) y su relación con su tutor-abuelo Gramps (Pat O'Brien, gran secundario americano, componiendo un personaje entrañable), lo cual deriva pronto hacia el terreno del didactismo amable, pues el joven es receloso y ha de aprender todavía mucho de la vida. Total, mucho dulce y buenas palabras que, ya con cierta edad, se hacen bastante cargantes. Pero pronto la narración deja a un lado la melaza infantil para centrar su atención en lo que conforma el núcleo argumental de la película: el estudio de la diferencia como metáfora cristalina (y tanto) del afán del hombre por enfrentarse a otros hombres. Todo plasmado, realmente, como si de una interpretación bíblica se tratase: un pequeño Moisés (el protagonista) recibe la visita de unos ángeles particulares (los niños de la guerra, en una escena cuestionable e incluso algo sonrojante) que le revelan su condición de sujeto elegido para llevar la verdad al pueblo (universal): la absoluta necesidad de un mundo en paz. Esto es lo más insatisfactorio del film, pues si simplemente se hubiera centrado en el rechazo social que sufre el chiquillo -que es donde se encuentran los mejores momentos de la función- podía haber dado algo más de sí. O tampoco, porque después de Freaks sólo unos pocos pueden contar algo nuevo sobre el tema sin caer en el tedio de la repetición (Tim Burton, pocos más...).

¿Y qué queda de bueno en El muchacho de los...? Pues el buen oficio de Losey, un narrador seguro y muy atento a los pequeños detalles, y un acertado uso del Technicolor. Podía haber sido una obra más importante, pero le pierde esa manía de contar el mensaje a voces y con insistencia, algo habitual en el cine de su director. Y le sobran, como a esa compañera fílmica que fue Jack (la peli rarita de Coppola, con la que comparte tanto -incluido un plano de niño marginado mirando desde el ventanal a niños felices jugando), moralejas y buenas intenciones. Muy útiles para proyectar en sesión de colegio, pero totalmente inadecuadas para mentes maduras que saben de qué va todo el asunto. Aún así, se deja ver.
nachete
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