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Voto de JVMarq:
8
7,8
6 562
Drama. Romance
Irlanda, 1916. Cuando Charles (Mitchum), un maestro rural viudo, vuelve de Dublín a su aldea natal, Rosy (Sarah Miles), una muchacha muy impulsiva, se encapricha con él y no parará hasta llevarlo al altar. Pero el matrimonio fracasa: Charles es un hombre maduro y sosegado mientras que su esposa es una joven muy apasionada y romántica que acaba enamorándose de un oficial inglés con el que se ve en secreto. (FILMAFFINITY)
22 de marzo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La hija de Ryan, en pocas palabras, es la historia de una infidelidad. Decir esto seria más o menos acertado, pero no haría justicia a la memoria de David Lean y su obra.
Lo que hace aquí el director británico es pintar, con la humanidad como tema central. Un pueblo, una playa. En este paisaje reserva un lugar especial para cada uno de los personajes que habitan en un tranquilo lugar.
Como si fuera Brueghel el Viejo, Lean nos da la perspectiva del que todo lo ve, acercándonos a cada uno de esos rincones apartados, dejando espacio para el continuo goce que provocan las maravillosas vistas. El acompañamiento de Maurice Jarre lo hace aun más inmenso, precioso.
Sin embargo el largo metraje del film, unido a un desenlace demasiado calmado, como resistiéndose a cerrar la obra, son un lastre importante, aun siendo todo muy bonito, hermoso. Además la historia que se cuenta, causa algo de tristeza. La situación del profesor con su mujer, no deja de ser una historia dura de ver, y más de vivir, aunque pueda parecer que el la encaje medianamente bien. No es tan disfrutable como El hombre tranquilo de Ford, a la que me retrotrae y a la que esto me hace valorarla aun más si cabe.
No obstante, invita a perderse en ella sin miramientos.
Una sombrilla acompaña a una mujer sin rumbo aparente, buscando algo en el horizonte. El tiempo, las horas, la nada. Rose, Sarah Miles, representa la juventud salvaje y desbocada.
Cerca de ella se encuentra un hombre de fe, ofreciendo consejo, indicando el camino a seguir. Trevor Howard dejando el personaje clave de la película, inolvidables momentos.
Aparece en escena el profesor, donde nace la admiración, el camino a andar, dentro de lo que la joven conoce. Robert Mitchum, uno de esos actores por lo que merece la pena ver una película, inconmensurable, perfecto personaje, nadie puede llevar semejante cornamenta con tal templanza y mesura.
Llega el mayor, el soldado ingles, un hombre que sufre. La tranquilidad se rompe cuando el personaje tiene esos fogonazos, recuerdos de trincheras y explosiones, de guerra.
En medio de todo, el tonto del pueblo, que asiste a todos los pasajes de la historia, protagonista incluso en algunos. John Mills, hay que reconocerlo, lo borda.
Solo es el comienzo, un esbozo antes de que los verdaderos sentimientos afloren.
Lo que hace aquí el director británico es pintar, con la humanidad como tema central. Un pueblo, una playa. En este paisaje reserva un lugar especial para cada uno de los personajes que habitan en un tranquilo lugar.
Como si fuera Brueghel el Viejo, Lean nos da la perspectiva del que todo lo ve, acercándonos a cada uno de esos rincones apartados, dejando espacio para el continuo goce que provocan las maravillosas vistas. El acompañamiento de Maurice Jarre lo hace aun más inmenso, precioso.
Sin embargo el largo metraje del film, unido a un desenlace demasiado calmado, como resistiéndose a cerrar la obra, son un lastre importante, aun siendo todo muy bonito, hermoso. Además la historia que se cuenta, causa algo de tristeza. La situación del profesor con su mujer, no deja de ser una historia dura de ver, y más de vivir, aunque pueda parecer que el la encaje medianamente bien. No es tan disfrutable como El hombre tranquilo de Ford, a la que me retrotrae y a la que esto me hace valorarla aun más si cabe.
No obstante, invita a perderse en ella sin miramientos.
Una sombrilla acompaña a una mujer sin rumbo aparente, buscando algo en el horizonte. El tiempo, las horas, la nada. Rose, Sarah Miles, representa la juventud salvaje y desbocada.
Cerca de ella se encuentra un hombre de fe, ofreciendo consejo, indicando el camino a seguir. Trevor Howard dejando el personaje clave de la película, inolvidables momentos.
Aparece en escena el profesor, donde nace la admiración, el camino a andar, dentro de lo que la joven conoce. Robert Mitchum, uno de esos actores por lo que merece la pena ver una película, inconmensurable, perfecto personaje, nadie puede llevar semejante cornamenta con tal templanza y mesura.
Llega el mayor, el soldado ingles, un hombre que sufre. La tranquilidad se rompe cuando el personaje tiene esos fogonazos, recuerdos de trincheras y explosiones, de guerra.
En medio de todo, el tonto del pueblo, que asiste a todos los pasajes de la historia, protagonista incluso en algunos. John Mills, hay que reconocerlo, lo borda.
Solo es el comienzo, un esbozo antes de que los verdaderos sentimientos afloren.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Unas huellas en la arena llevan hacia el desatado placer de la carne, el deseo y la pasión, tendidos en el lecho de la verde naturaleza, paraíso onírico. Una de las imágenes cumbre de la película.
Un hombre en pijama en un acantilado, meditando mientras observa las olas romper en las rocas. El hombre de fe acude a darle consuelo, y ropajes.
Una caracola en el cajón, todo al descubierto. En el pueblo la gente habla, los cuchicheos, empiezan los desprecios.
Entonces llega la tormenta, la tempestad. La trama de los chicos del Ira estalla en ese desenlace. No se porque he pensado por un instante en ese acantilado del Ponyo de Miyazaki. Se nota la maestría de Lean en esta escena, y saber que su obra no se perderá y que seguirá
viva gracias a los homenajes de otros creadores, reconforta.
Y al final llegan las consecuencias. El soldado acaba con su sufrimiento. Rose "ajusticiada", al menos sus cabellos, acaba escapando del pueblo con el engañado profesor. Pero el cura, en ese ultimo momento, siembra la duda, que se pierde con ellos camino a ninguna parte.
Un hombre en pijama en un acantilado, meditando mientras observa las olas romper en las rocas. El hombre de fe acude a darle consuelo, y ropajes.
Una caracola en el cajón, todo al descubierto. En el pueblo la gente habla, los cuchicheos, empiezan los desprecios.
Entonces llega la tormenta, la tempestad. La trama de los chicos del Ira estalla en ese desenlace. No se porque he pensado por un instante en ese acantilado del Ponyo de Miyazaki. Se nota la maestría de Lean en esta escena, y saber que su obra no se perderá y que seguirá
viva gracias a los homenajes de otros creadores, reconforta.
Y al final llegan las consecuencias. El soldado acaba con su sufrimiento. Rose "ajusticiada", al menos sus cabellos, acaba escapando del pueblo con el engañado profesor. Pero el cura, en ese ultimo momento, siembra la duda, que se pierde con ellos camino a ninguna parte.