El mítico actor Richard Harris encabeza junto a Sir Alec Guinness esta producción de corte histórico que trata sobre Oliver Cromwell y su lucha por una Inglaterra más digna y justa donde el pueblo fuese quienes decidiesen sus propios representantes. Como filme histórico que es cabe la posibilidad de que cuente con inexactitudes en el relato, pero lo que cuenta es juzgar el filme en particular.

Es una cinta esta la que ocupa esta reseña que no había prestado atención hasta ahora, y ciertamente no es que esté escribiendo con un sentimiento de gozo como si hubiese descubierto un yacimiento de oro, pero sí que estoy satisfecho por haberle puesto los ojos encima. Esta es una superproducción cuidada hasta en el más mínimo detalle en ambientación de la época que relata y se agradece mucho para la verosimilitud del filme.

Por el lado artístico, tenemos a dos actores de la talla de Richard Harris y Alec Guinness que están soberbios en sus respectivos papeles; Harris como un Cromwell vehemente y algo contradictorio y un Guinness como un rey altivo cuyo mandato estaría a punto de expirar. Me llamó la atención el parecido de estas dos figuras enfrentadas en que tendrían voces discordantes dentro de sus seguidores. Al final, nadie está libre de crítica, como debería ser.

También para los que sean fans de James Bond, destaca la presencia del futuro 007 Timothy Dalton, con un papel breve, pero intenso.

Cuando se hablan de superproducciones 'Cromwell' no suele acudir a la palestra. No con cierta razón, porque a pesar de sus virtudes, es un filme, por otro lado, algo más largo de lo que hubiera sido aconsejable y no se guarda para el recuerdo ninguna secuencia en particular. La narración transcurre con brío, pero no con majestuosidad (suena pedante, pero no encontraba otras palabras).