Segundo largometraje de Yann Demange tras ''71' en el que cuenta la historia real de un chico de 14 años cuya policía y FBI usaron para llegar a los traficantes de drogas y que luego construyó su propio imperio para ser arrestados por la misma gente que le enseñó a jugar (no es spoiler, puesto que, como digo, es una historia real).

En ocasiones, una cinta que cuenta una historia real suele trascender y es recordada también como una gran película por sí misma ('Titanic'; 'La lista de Schindler', etc) y en otros casos no lo es tanto, si bien no significa que la historia que pretenda narrar pierda peso. 'White Boy Rick' entra dentro de la segunda categoría, con una historia más poderosa que la misma cinta.

El hombre que parecía ser un actor destinado a películas mediocres y que dio un giro de 180º a su carrera, Matthew McConaughey, acompaña al debutante Richie Merritt como padre e hijo en una historia de locos. Los méritos cinematográficos de la cinta se pueden resumir con los dedos de una mano; el reparto se gana su sueldo y están bastante cómodos en sus personajes correspondientes, incluso los veteranos de guerra Bruce Dern y Piper Laurie con el poco metraje que tienen. Eso y el cuidado ambiente ochentero son los mayores aciertos. Fuera de eso la historia suena muy interesante, pero carece de efecto; tiene algunas escenas a destacar, pero nada para pasar a los anales de la historia.

Aún estando muy lejos de ser una obra de sobresaliente, notable si quiera, la historia de Rick Wershe Jr. merecía la pena ser contada. A un niño de 14 años le usan como informante metiéndole en un ambiente lejos de ser apropiado y luego lo tiran después de haberle exprimido. El mayor valor del filme es ese, mostrar la poca vergüenza de la ley y el uso discutible de ese estatus; en realidad, en esta historia el lado de la ley es tan malo como los traficantes.