Katherine Heigl es una de las nuevas aspirantes al eterno trono de la comedia-romántica, una aspiración más que merecida una vez que hemos visto “La cruda realidad” y además teniendo en cuenta que la actriz ha declarado que le gustaría tener una carrera similar a la de sus predecesoras en dicho trono.

“La cruda realidad” fue destrozada por la crítica estadounidense, algo que todavía no he llegado a entender, está claro que no es una película que vaya a quedar en los anales del cine romántico, ni siquiera en la retina del espectador, pero ¿qué se puede esperar de cintas como estas? Es algo que deberíamos tener claro los espectadores y aquellos que publican sus opiniones en periódicos y revistas y que destrozan películas sin piedad. Hay que reconocerle su intención de ser diferente, añadiendo un tono grotesco y, en ocasiones soez, que puede que no resulte de agrado para un sector de la audiencia, quizá esta sea la razón por la que ha sido vapuleada por la crítica, sin embargo el público reaccionó mucho mejor de lo que se esperaba.

Un público que se ríe cuando se habla de la cruda realidad de las relaciones sentimentales con una historia entretenida cuyo (esperado) momento álgido es el impagable orgasmo de Heigl en el restaurante y descubriendo la gran química que derrochan los protagonistas, que acabarán perdidamente enamorados, tal y como mandan los cánones, y es que es muy difícil innovar en el terreno de la comedia-romántica.

Lo mejor: Heigl en pleno éxtasis sexual.
Lo peor: su humor, en algunos momentos demasiado vulgar.