Extraordinario western dirigido con la maestría habitual de los hermanos Coen. Su versión de Valor de ley mejora considerablemente la original rodada cuarenta años antes. Cuenta la historia de una muchacha cuyo padre es asesinado por un forajido. La cría de catorce años de edad es valiente y decidida y quiere capturar al asesino de su padre. Para lo cual contrata a un veterano alguacil tuerto y borrachín pero muy eficaz en su trabajo. Con la ayuda de un joven ranger de Tejas irán a la caza del cuatrero y su banda.

La película está filmada con un realismo impresionante. Desde el diseño de producción, vestuario, pasando por el sonido hasta la caracterización de los actores que parecen sacados de la época en la que se ambienta la trama. Jeff Bridges está formidable como el alguacil que ayuda a la muchacha. Su trabajo es tan bueno que al igual que John Wayne, también fue nominado al Oscar, incluso consigue que no le echemos de menos. Mención especial para el siempre eficaz Matt Damon, un actor pluriempleado que estrena una película cada semana. Y la magnífica interpretación de la debutante Hailee Steinfeld. Josh Brolin realiza una breve y curiosa interpretación como el asesino del padre de la cría.

Los hermanos Coen adaptan perfectamente la novela de Charles Portis sacándole todo el jugo a una historia hermosa y entretenida. Hay argumentos que son tan buenos que siempre gustarán porque no se pasan de moda. La fotografía de su camarógrafo habitual Roger Deakins es estupenda. La música de Carter Burwell tampoco desentona y resulta un agradable acompañamiento.

Lo que me resulta curioso y no acabo de entender es que se considere a Valor de ley como un filme de derechas, conservador y tradicional. Sin duda, hay quien confunde churras con merinas. El problema de esta gente es que son críticos ideológicos incapaces de separar el cine de la política y juzgan el pasado con mentalidad de presente.