Buena, aunque discutible película social, del talentoso Fernando León de Aranoa que consiguió importantes premios a nivel nacional e internacional. Narra las visicitudes de unos obreros que se quedan en paro por culpa de la especulación inmobiliaria cuando los dueños del astillero en el que trabajan deciden cerrarlo para vender los terrenos revalorizados en los que se ubica.

Una de las cosas que más me gustó de la película es que la situación delicada en la que se encuentran los trabajadores está contada sin excesos dramáticos y con bastante sentido del humor, sacando lo mejor de sí mismos y ayudándose unos a otros a salir a delante. La imagen de Bardem ayudando a su amigo que se ha dado a la bebida renunciando a luchar, abandonado en su casa viviendo practicamente en la miseria, o la de la mujer de Luis Tosar que decide seguir con él a pesar de su precaria situación y las tensiones que de ella se derivan. Situaciones tragicómicas muy creíbles gracias a un elaborado guión y sobre todo a unos estupendos actores del primero al último, en especial Javier Bardem.

El único pero que le pongo a la película es ese tufillo reivindicativo pseudo progre que se refleja en escenas como aquella en la que Bardem cuenta la fábula de la cigarra y la hormiga a la niña de la casa que cuida. La interpretación está completamente distorsionada y resulta errónea aunque viniendo del papel que interpreta Bardem es entendible. Y es que su personaje representa muy bien a un tipo de parado español vago, jeta y demagogo que vive de ayudas sin dar un palo al agua.

La moraleja de la fábula de la cigarra y la hormiga es que trabajando duramente y ahorrando poco a poco se estará preparado para aguantar en tiempos de crisis. Es una defensa del trabajo, el esfuerzo y la responsabilidad y una crítica a la vagancia y la pereza.