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Ciencia ficción. Terror
Un científico aparece muerto con extrañas deformidades en la cabeza. Este hecho hará que el sheriff y el médico del pueblo consulten la causa con un eminente profesor. Al no estar de acuerdo con las explicaciones del profesor, el médico se apersona en su laboratorio. El profesor explica que se está dedicando a producir una sustancia alimenticia para combatir el hambre en el mundo, pero el caso es que aplicada en los animales les ... [+]
11 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Them! (1954) y Tarantula (1955) son quizás las dos más lúcidas muestras de un sub género del cine de terror: el de la paranoia al peligro nuclear en la década del 50. Ambos relatos se apartan del melodrama gótico para narrar en un tono más cercano al de la acción y las aventuras.
Por Nicolás Bianchi
Los tiempos cambian y los miedos también. Ya los castillos y los monstruos góticos (Drácula, Frankenstein, la Momia) que representan la amenaza de la Europa lejana sobre Estados Unidos se disipan luego de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que las versiones sobre ellos continúen hasta el día de hoy. Los años 50 son tiempos de Guerra Fría, un conflicto en episodios signado permanentemente por la amenaza de la destrucción nuclear.
¿Y cómo se configura esa paranoia a las armas atómicas? Por medio de la figura de un monstruo gigante que amenaza con la destrucción total. La primera película de Godzilla, la criatura creada por la energía nuclear, fue realizada por los japoneses en 1954, mismo año de estreno de Them!. Víctimas y victimarios del uso de las bombas atómicas tienen puntos en común a la hora de transpolar los miedos sociales a la pantalla grande.
El punto de partida es el mismo. En el desierto de Alamogordo, donde en la realidad se testearon las armas atómicas que luego se lanzaron en Hiroshima y Nagasaki, la energía liberada creó hormigas gigantes. Them!, dirigida por Gordon Douglas y producida por la Warner, comienza con un muy sugestivo primer acto en el que los insectos no se muestran. Solo se ven las consecuencias de su avance. Luego sí, las hormigas pasarán mucho tiempo en pantalla.
Tanto en Them! como en Tarantula, donde el monstruo es producto de unos experimentos fallidos también en una zona desértica, no hay un gran desarrollo de los personajes principales. Son militares, científicos, policías que no tienen detrás una historia melodramática. Prácticamente no hay subtramas. Lo único que importa es el enfrentamiento de la amenaza contra la sociedad. De hecho, en ambas películas todos los personajes están juntos en los momentos clave. No hay un relato heroico sino algo más parecido a una empresa colectiva.
La respuesta del país bajo amenaza, que es Estados Unidos, es básicamente militar. En Them! es más importante el papel de un científico que describe el comportamiento de las hormigas, porque al fin y al cabo las gigantes tienen la misma conducta que las de tamaño normal, para que los oficiales y los soldados puedan seguir los pasos de las criaturas. Pero todo se resuelve con bazucas, lanzallamas y ametralladoras. En Tarantula, que fue dirigida por Jack Arnold y producida por Universal, el ejército recurre al uso del napalm. La amenaza nuclear se conjura con armas, poder militar y más fuego.
Por Nicolás Bianchi
Los tiempos cambian y los miedos también. Ya los castillos y los monstruos góticos (Drácula, Frankenstein, la Momia) que representan la amenaza de la Europa lejana sobre Estados Unidos se disipan luego de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que las versiones sobre ellos continúen hasta el día de hoy. Los años 50 son tiempos de Guerra Fría, un conflicto en episodios signado permanentemente por la amenaza de la destrucción nuclear.
¿Y cómo se configura esa paranoia a las armas atómicas? Por medio de la figura de un monstruo gigante que amenaza con la destrucción total. La primera película de Godzilla, la criatura creada por la energía nuclear, fue realizada por los japoneses en 1954, mismo año de estreno de Them!. Víctimas y victimarios del uso de las bombas atómicas tienen puntos en común a la hora de transpolar los miedos sociales a la pantalla grande.
El punto de partida es el mismo. En el desierto de Alamogordo, donde en la realidad se testearon las armas atómicas que luego se lanzaron en Hiroshima y Nagasaki, la energía liberada creó hormigas gigantes. Them!, dirigida por Gordon Douglas y producida por la Warner, comienza con un muy sugestivo primer acto en el que los insectos no se muestran. Solo se ven las consecuencias de su avance. Luego sí, las hormigas pasarán mucho tiempo en pantalla.
Tanto en Them! como en Tarantula, donde el monstruo es producto de unos experimentos fallidos también en una zona desértica, no hay un gran desarrollo de los personajes principales. Son militares, científicos, policías que no tienen detrás una historia melodramática. Prácticamente no hay subtramas. Lo único que importa es el enfrentamiento de la amenaza contra la sociedad. De hecho, en ambas películas todos los personajes están juntos en los momentos clave. No hay un relato heroico sino algo más parecido a una empresa colectiva.
La respuesta del país bajo amenaza, que es Estados Unidos, es básicamente militar. En Them! es más importante el papel de un científico que describe el comportamiento de las hormigas, porque al fin y al cabo las gigantes tienen la misma conducta que las de tamaño normal, para que los oficiales y los soldados puedan seguir los pasos de las criaturas. Pero todo se resuelve con bazucas, lanzallamas y ametralladoras. En Tarantula, que fue dirigida por Jack Arnold y producida por Universal, el ejército recurre al uso del napalm. La amenaza nuclear se conjura con armas, poder militar y más fuego.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La era atómica inaugura en el cine de género una sub variante en la que toda la sociedad está en peligro. En Them! el científico que lidera las investigaciones concluye que si las hormigas continúan su avance el ser humano podría extinguirse en un año. Se trata de una amenaza que cambió de escala, en la que lo individual por el momento pierde importancia. Aquí no hay finales felices con besos de parejas heterosexuales sino el alivio de que el peligro pudo ser detenido. Por ahora.