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Argentina Argentina · Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Voto de El Golo Cine:
9
Drama Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los soldados supervivientes, algunos con taras físicas, regresan a los Estados Unidos. Aunque al principio se les trata como héroes, poco tiempo después comienzan a verse marginados. (FILMAFFINITY)
1 de abril de 2021
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The best years of our lives (1946), conocida aquí como Lo mejor de nuestra vida, narra de manera realista el retorno de tres soldados a un pequeño pueblo estadounidense luego de la Segunda Guerra Mundial. Dirigida por William Wyler. Obtuvo el Oscar a mejor película en 1947.

Por Nicolás Bianchi

La guerra terminó y los sobrevivientes deben volver a sus hogares para retomar, como les sea posible, su vida. The best years of our lives inauguró en el cine, con gran éxito y repercusión, los temas de la readaptación a la vida en sociedad, el estrés postraumático (aunque en ese momento no se lo llamaba de esa manera) y las cicatrices tanto psicológicas como físicas que esos hombres portaban.

La película se centra en tres personajes a través de los cuales va a presentar una tríada de conflictos sobre la post guerra: el desempleo, el alcoholismo y la discapacidad. Fred Derry (Dana Andrews) fue un bombardero de la fuerza aérea y ahora debe regresar a Boone, un pueblo ubicado en Carolina del Norte. Comparte el avión que lo trae de vuelta a su hogar con el marino Homer Parrish (Harold Russell), quien perdió ambas manos y ahora tiene unos ganchos como remplazo, y el más experimentado Al (Frederic March).

Los tres traban una inmediata amistad y se enfrentarán con distintas adversidades. Fred tarda en encontrar a su mujer, que ahora trabaja en un club nocturno, y luego tendrá serios problemas para conseguir un empleo. Homer no termina de aceptar la pérdida de sus manos y toda su vida gira ahora en torno a esa carencia. Verlo manejarse con los ganchos, con los que puede realizar prácticamente cualquier tarea, se vuelve una atracción para todos los que lo rodean. Al, por su parte, no puede controlar su forma de beber y frecuentemente termina alcoholizado.

Harold Russell, el actor que interpreta a Homer, era un soldado instructor del ejército que perdió las dos manos en un accidente en una base de entrenamiento. Los ganchos especiales que usa fueron diseñados por las fuerzas armadas y además recibió un entrenamiento específico para poder utilizarlos. Se nota que no es un actor profesional pero su destreza con los fierros que remplazan a sus manos bastó para que Wyler lo sumara a la película. En la siempre presente alianza entre Hollywood y el estado estadounidense su presencia sirvió también para mostrar como el ejército se preocupó por rehabilitar a sus soldados.

Otros de los problemas introducidos es el de los problemas para dormir y los recuerdos traumáticos, lo que quedó a cargo de Andrews y March, dos excelentes actores. Ambos sufren la memoria de la muerte y el miedo como experiencias cercanas, lo que les genera dificultades para retomar su vida cotidiana. Fred no encuentra un trabajo que le represente una buena paga ya que no está calificado. Su habilidad para lanzar bombas no encuentra una remuneración posible por lo que se ve obligado a emplearse como vendedor de artículos de cosmética o al frente de una cafetería.

Al, a su vez, no encuentra paz y se vuelca al consumo de alcohol. La película lo muestra a pesar de que estaba vigente el Código Hays, que censuraba ese tipo de problemáticas, por lo que se podría pensar que ese puñado de escenas en las que el personaje se emborracha, en algún caso incluso simpáticamente, dan cuenta de un problema mucho mayor.

La mirada de la película es realista y en cierto punto honesta. No hay una exaltación del patriotismo ni de la guerra sino la denuncia de una realidad dura y difícil. La sociedad no acoge a los que regresan como héroes, o si lo hace eso es efímero. Los hombres deben reinsertarse e incluso hay quienes los cuestionan, como lo muestra una escena en la que un cliente del bar que atiende Fred critica a los soldados y todo termina en un escándalo.

Más allá de un desenlace típico para un melodrama The best years of our lives nunca pierde el tono grave. Sin excesos ni golpes bajos, cuenta la historia de sus personajes, a quienes no eleva como héroes ni señala como víctimas. Son hombres del común que vivieron circunstancias extraordinarias y ahora, en el presente histórico de la película, necesitan comprensión y respeto.
El Golo Cine
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