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Drama
Año 1977. Stella tiene once años y acaba de ingresar en un instituto de París. Su vida diaria transcurre en el bar que regentan sus padres: un refugio donde los obreros se entregan a la bebida, a las apuestas, al fútbol, y las veladas se alargan hasta el amanecer. Para ella, la vida escolar no es nada fácil, pues los estudios no son su fuerte. Además, las constantes humillaciones a las que se ve sometida por parte de profesores y ... [+]
19 de julio de 2014
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una de esas películas de perfil bajo que pasan muchas veces desapercibida, totalmente eclipsada por películas vacías, volátiles y sin ningún valor. Stella es un reflejo de la misma vida y quienes hemos pasado por ese periodo de transición que aquí se retrata entenderemos su trascendencia.
No realizo una sinopsis ya que hay una muy buena en la ficha técnica de esta película. Me explayo en algo que me parece mas importante: la experiencia luego de disfrutarla; con ese sentimiento de bien perdido, de haber dejado algo olvidado y que muchos años después te lo recuerdan. El paso de la niñez a la adolescencia es quizás la etapa de mas cambios en nuestra vida, los cambios no solo físicos sino que también emocionales se nutren de nuestras experiencias vividas y aquí nos topamos con una que destila realidad y humanidad por todos sus lados.
Stella vive y sobrevive en un mundo de adultos, duro y áspero; al cual se ha adaptado ocultando muy bien su fragilidad innata pero cuya realidad le es enrostrada continuamente; ya sea en las diferencias sociales de su entorno, su escuela, o las actitudes de las personas que conviven con ella.
Dentro de sus últimos suspiros de inocencia infantil, Stella aún descubre la belleza en las cosas más sublimes como infravaloradas de la vida, como una vista a la ciudad, un vertedero de basura o la curiosidad. Esas pequeñas cosas que con el tiempo y las etapas subsiguientes serán olvidadas o dejadas de lado por nuevas responsabilidades. Esta película nos recuerda lo que nunca deberíamos olvidar.
La pérdida de la inocencia debería ser un proceso gradual, reservado cuando ya se tenga la suficiente madurez emocional para afrontarla. Nos encontramos aquí con un caso de inocencia interrumpida por una realidad tan sórdida que se ve incentivada por los tópicos de toda una época, la resaca post hippie y el desmembramiento del núcleo familiar. Es por ello que la protagonista madura antes de tiempo pero le cuesta perder la inocencia infantil y los cándidos anhelos de esa etapa. Stella se desarrolla con tanta naturalidad que impacta debido a su realismo y es totalmente verosímil
Mención aparte merece la banda sonora, que revisa una serie de temas de la época en la cual está recreada. Pero el punto culminante llega con los últimos minutos de metraje y durante los créditos finales. Para un aficionado y amante de las bandas sonoras y la música instrumental, poder oír una pieza de tanta belleza como "La Chanson de Stella" y ha sido toda una revelación. Una melodía hipnótica y muy poderosa que te sumerge por completo en los recuerdos de toda una época,
Esta película nos deja otra gran lección: nunca abandonar la sala o parar la película hasta que concluyan los créditos finales, muchas veces el punto final corona una experiencia entera y la lleva a un nivel superior.
No realizo una sinopsis ya que hay una muy buena en la ficha técnica de esta película. Me explayo en algo que me parece mas importante: la experiencia luego de disfrutarla; con ese sentimiento de bien perdido, de haber dejado algo olvidado y que muchos años después te lo recuerdan. El paso de la niñez a la adolescencia es quizás la etapa de mas cambios en nuestra vida, los cambios no solo físicos sino que también emocionales se nutren de nuestras experiencias vividas y aquí nos topamos con una que destila realidad y humanidad por todos sus lados.
Stella vive y sobrevive en un mundo de adultos, duro y áspero; al cual se ha adaptado ocultando muy bien su fragilidad innata pero cuya realidad le es enrostrada continuamente; ya sea en las diferencias sociales de su entorno, su escuela, o las actitudes de las personas que conviven con ella.
Dentro de sus últimos suspiros de inocencia infantil, Stella aún descubre la belleza en las cosas más sublimes como infravaloradas de la vida, como una vista a la ciudad, un vertedero de basura o la curiosidad. Esas pequeñas cosas que con el tiempo y las etapas subsiguientes serán olvidadas o dejadas de lado por nuevas responsabilidades. Esta película nos recuerda lo que nunca deberíamos olvidar.
La pérdida de la inocencia debería ser un proceso gradual, reservado cuando ya se tenga la suficiente madurez emocional para afrontarla. Nos encontramos aquí con un caso de inocencia interrumpida por una realidad tan sórdida que se ve incentivada por los tópicos de toda una época, la resaca post hippie y el desmembramiento del núcleo familiar. Es por ello que la protagonista madura antes de tiempo pero le cuesta perder la inocencia infantil y los cándidos anhelos de esa etapa. Stella se desarrolla con tanta naturalidad que impacta debido a su realismo y es totalmente verosímil
Mención aparte merece la banda sonora, que revisa una serie de temas de la época en la cual está recreada. Pero el punto culminante llega con los últimos minutos de metraje y durante los créditos finales. Para un aficionado y amante de las bandas sonoras y la música instrumental, poder oír una pieza de tanta belleza como "La Chanson de Stella" y ha sido toda una revelación. Una melodía hipnótica y muy poderosa que te sumerge por completo en los recuerdos de toda una época,
Esta película nos deja otra gran lección: nunca abandonar la sala o parar la película hasta que concluyan los créditos finales, muchas veces el punto final corona una experiencia entera y la lleva a un nivel superior.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Para finalizar una confesión: esos últimos minutos de la película que tanto he alabado en mi crítica me ha sido imposible sacar de mi cabeza y no solo por la belleza de las imágenes, que se muestran añejas y llenas de añoranza (dos niñas despidiéndose de su propia niñez con el mejor de los homenajes de la etapa que concluye: el juego), sino por esa melodía totalmente cautivadora. Dudo mucho que alguna vez en mi vida olvide lo que ha despertado y los sentimientos que ahora desbordan en mí. Espero no perder nunca esa capacidad para asombrarme y conmoverme con esas pequeñas joyas que se esconden en la vida y dejan huella. Y están ahí, esperando ser encontradas para gozarlas como cuando uno es niño.
A quien le da un poco de curiosidad ese tema final, comparto esto que encontré por la red:
"J’ai ma vie qui va comme elle va. J’ai mon coeur qui s’endort quelquefois. J’ai la vie qui part contre moi. J’ai mon coeur, ton coeur pour moi. J’ai 11 ans. Je suis grande. Je m’appelle Stella. Je vais vite, vite. Je ne veux pas en rester là. Soi-disant je suis grande Heureusement que tu es là. Je vais loin, loin. Je suis loin. Je n’ai pas peur. J’ai la tête qui va comme elle va. J’ai les yeux qui brillent quelquefois. J’ai la tête qui tourne avec toi. J’ai mes yeux, tes yeux pour moi.
J’ai 11 ans. Je suis grande. Je m’appelle Stella. Je vais vite, vite. Je ne veux pas en rester là. Soi-disant je suis grande Heureusement que tu es là. Je vais loin, loin. Je suis loin. Je n’ai pas peur. "
A quien le da un poco de curiosidad ese tema final, comparto esto que encontré por la red:
"J’ai ma vie qui va comme elle va. J’ai mon coeur qui s’endort quelquefois. J’ai la vie qui part contre moi. J’ai mon coeur, ton coeur pour moi. J’ai 11 ans. Je suis grande. Je m’appelle Stella. Je vais vite, vite. Je ne veux pas en rester là. Soi-disant je suis grande Heureusement que tu es là. Je vais loin, loin. Je suis loin. Je n’ai pas peur. J’ai la tête qui va comme elle va. J’ai les yeux qui brillent quelquefois. J’ai la tête qui tourne avec toi. J’ai mes yeux, tes yeux pour moi.
J’ai 11 ans. Je suis grande. Je m’appelle Stella. Je vais vite, vite. Je ne veux pas en rester là. Soi-disant je suis grande Heureusement que tu es là. Je vais loin, loin. Je suis loin. Je n’ai pas peur. "