Vaya por delante que estamos ante una película notable. Y no es excelente porque su tramo final redunda en los tópicos del cine norteamericano, con unos giros casuales muy vistos y manidos. Pero repito, es una película notable y muy bien dirigida.

El inicio es demoledor. La angustia puede sentirse en cada plano y a cada minutos que pasa nos traslada a la acción de la misma película. En medio de un Irán de contrastes, donde el odio hacia lo americano choca con los pollos fritos del KFC, donde los ahorcados adornan cualquier calle y donde el Ayatollah esgrime su misión purificadora de un pueblo exprimido por el Shah; en medio de este panorama, seis americanos escapan al asalto por parte del pueblo iraní a la embajada de USA y se refugian en la canadiense. Allí llegará un enviado norteamericano con la misión de sacarlos del país arguyendo que buscan exteriores para una película de ciencia ficción. Con pasaportes canadienses falsos, lo intentarán, entendiendo en carne propia lo difícil que puede resultar salir de un país hostil.

La tensión se mantiene en todo momento, no la pierde, aunque los giros de los últimos veinte minutos haga que decaiga hasta convertirla en una película de acción más, acto que se critica por ellos mismos al desarrollarse la trama (crítica a Hollywood). Lo importante es todo lo anterior. Estamos ante una gran película que, seguramente, arrasará en la gala de los Oscar de este año.