Cuenta Juan Miguel del Castillo, director y guionista de la notable ‘Techo y comida’, que hace unos años atrás quedó seriamente marcado por una historia que vivió en primera persona: una vecina de su edificio que se encontraba en serias dificultades económicas y que habitualmente le pedía un poco de leche o pan para su hijo tuvo que abandonar el edificio al ser desahuciada. Ese sentimiento de tristeza y de fragilidad moral ha dado paso a la confección de un guion y de una película que ahora, tiempo después, ve la luz.

La película sin lugar a dudas entra en tu piel y te araña por dentro, aunque no termina de dejar marca por su escasez de pausa y trascendencia. En ella vemos como una joven madre soltera con un niño de ocho años en Jerez y en 2012 trata de luchar contra las penurias que le produce la falta de trabajo y la falta de ayuda de las instituciones en forma de pensión ni subsidio. Rocío (Natalia de Molina) encara cada día como si fuera el último y siempre desde la más profunda dignidad saca cuatro euros en trabajos precarios mientras trata de encontrar un trabajo más serio que le permita ponerse al día con el alquiler (cuatro meses de retraso) y para que además su hijo (un sorprendente Jaime López) no note la miseria por la que atraviesan.

‘Techo y comida’ obtuvo el premio del público en el pasado Festival de Málaga además de la Biznaga de plata para Natalia de Molina por su magnífica interpretación de Rocío, e incluso esta semana ha recibido las nominaciones a los próximos Feroz (seguro que el film estará muy presente también en los Goya) al premio a mejor película y a mejor actriz protagonista para Natalia de Molina. La película efectivamente desprende un cine social necesario que destaca no ya por lo que cuenta sino por como lo cuenta. Juan Miguel Castillo, habitual de Canal Sur y con un premiado cortometraje a sus espaldas con Asunción Balaguer como protagonista, muestra la aplastante realidad que ha dejado detrás de sí la enorme crisis económica del país gracias a una notable dirección de actores que ayudan profundamente a imprimir el realismo que necesita la película y para no caer en maniqueísmos ni en dramones de tres al cuarto. Sin lugar a dudas ‘Techo y comida’ resulta un film muy necesario al que acompañamos durante los 90 minutos de su relato a pesar de que quizás le falte sustrato dramático y algo de profundidad de personajes. Juan Miguel del Castillo ha olvidado por completo e intencionadamente el pasado de los protagonistas para adentrarse en el crítico presente de la joven y su hijo, contrastando la realidad de ellos con la alegría común de una España campeona de Europa. Sin lugar a dudas resulta un film efectivo aunque hecho en falta algo de poso que deje esa cicatriz imborrable con los años.

Sin lugar a dudas Natalia de Molina es la película. Ella arrastra el 99% de los planos en pantalla y muestra un tour de force que no hace sino confirmar los grandes augurios interpretativos que giraban en torno a su figura ya desde su Goya revelación por ‘Vivir en fácil con los ojos cerrados’ de David Trueba. No obstante y a pesar de que Natalia está sublime (seria candidata al Feroz y Goya a mejor actriz protagonista en una categoría en la que competirá con actrices de la talla de Inma Cuesta, Penélope Cruz o Nora Navas además de probablemente con una notable Irene Escolar) no sería justo obviar la interpretación de un sorprendente Jaime López, cercano y contundente, en un papel que gana protagonismo y con el que de la réplica a su sacrificada madre (que conste que soy particularmente exigente con las interpretaciones infantiles y juveniles). Los secundarios (Mariana Cordero, Mercedes Hoyos, Gaspar Campuzano y Manuel Tallafé) están también muy bien y también muestran el otro lado del problema de los impagos de alquiler, ya que la situación no la sufre únicamente el que no puede pagar sino quien no recibe el pago por su vivienda y debe pagar una hipoteca por ella.

En definitiva una película interesante que merece la pena ser vista y donde veremos a una Natalia de Molina entregada en un papel que va a suponer el salto definitivo en su ya de por sí prometedora carrera.

Lo mejor: Natalia de Molina y Jaime López. La honestidad del relato.
Lo peor: Quizás le falta algo de pausa y poso.

Valoración:
Banda sonora: -
Fotografía: 6
Interpretación: 8
Dirección: 6,5
Guion: 6
Satisfacción: 6
NOTA FINAL: 6,5

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