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Voto de Sergio Berbel:
5
Drama El veinteañero Julián es un exitoso diseñador de videojuegos que vive atormentado por un oscuro secreto. Cuando Diana aparece en su vida, Julián sentirá cercana la oportunidad de ser feliz.
1 de mayo de 2023
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seamos sinceros, la filmografía de Carlos Vermut se está precipitando en caída libre en los últimos tiempos. Poseedor de un estilo propio y un lenguaje fílmico reconocible (lo mejor de lo que puede presumir un artista), su irrupción en el panorama fílmico con “Diamond Flash” resultó interesante y, con su siguiente obra, puso nuestras vidas patas arriba con la magistral e hipnótica “Magical Girl”. “Quién te cantará” ya no resultó tan atractiva pero al menos sí interesante y, desde luego, para mí, “Mantícora” es una decepción mayúscula.

Estamos ante una película en la que no pasa absolutamente nada con un mínimo interés hasta el minuto 90 de metraje. Hay que ser el Santo Job para no llegar desanimado a tan lejano e incierto destino. Es cierto que su tramo final remonta y acaba resultando de interés, pero ya es demasiado tarde para poder redimirla.

Porque lo más grave de “Mantícora” radica en su guión, firmado por el propio cineasta, pero también en la apatía con la que Vermut la dirige, otrora creador de imágenes perturbadoras y que en “Mantícora” las factura con el piloto automático puesto en todo momento. Tan sólo un plano brillante encuentro en sus dos horas de metraje; por supuesto, en su tramo final. Demasiado poco para resultar perdonable.

Y esa desgana desgarbada en la dirección de Carlos Vermut se contagia a su pareja protagonista, ambos terriblemente insulsos en esta cinta, tanto Nacho Sánchez como Zoe Stein, que pasan por delante de la cámara sin pena ni gloria, como sin querer pasar (Serrat dixit).

Lo peor de todo es que la historia que se cuenta no interesa, es simple generadora de bostezos, personajes de cartón piedra sin excesivas aristas en torno a los que no acaba de saberse nunca las razones y motivos de sus acciones, el por qué de sus vicios ocultos y el pretendido destino de sus anhelos frustrados. El guión nada de todo ello facilita sencillamente porque no es profundo y está poco trabajado.

Sus intenciones son interesantes, su planteamiento tangencial prometedor, pero pasan y pasan los minutos y la cinta sigue su camino errático sin recalar en puerto alguno y, para cuando lo hace y despierta el interés del espectador con maestría, ya es demasiado tarde.
Sergio Berbel
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