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Voto de Sergio Berbel:
2
Comedia. Romance Tienen treinta años pero viven como cuando tenían veinte, aunque ya no tienen edad para convertirse en jóvenes promesas. Están enamoradas del amor pero, en su búsqueda, se destrozan una a otras, errando de exnovia en exnovia, de relación en relación. Con el pop y la autoficción como telón de fondo y la aparición de una conocida cantante que nunca sabemos si es del todo real, "La amiga de mi amiga" es un juego que se inicia cuando Zaida, ... [+]
30 de abril de 2023
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se puede ser muy moderna. Se puede vivir en Barcelona y frecuentar los ambientes cinematográficos e intelectuales de la capital de Catalunya. Se puede ser lesbiana inserta en la experimentación con el poliamor de manera vocacional. Se puede morir de sobredosis de música festivalera, autoficción mal entendida y de referencias culturales como Rohmer o Christina Rosenvinge. Todo eso está bien, pero siempre y cuando haya algo que contar, querida Zaida Carmona y, desde luego, ese no es el caso de la vacía e insípida “La amiga de mi amiga”, a ratos ciertamente insufrible.

Intentando emular la frescura, espontaneidad y la textura amateur propia del Almodóvar primigenio, Zaida Carmona quiere practicar en versión catalana un cierto ejercicio onanista para narrarnos en primera persona lo triste que está porque su novia la ha dejado y lo cachonda que sigue desde entonces en esa primavera perpetua que es Barcelona. La pena es que no pase nada mientras tanto, absolutamente nada.

89 minutos de rodaje que se acaban haciendo eternos por culpa de la inexistencia de un guión que firma la propia cineasta, perjudicado aún más por la desorientación interpretativa de su elenco artístico, que no acaba de dar con la tecla de ninguno de los personajes imposibles que pululan por este despropósito modernito ciertamente intragable. Tan sólo la aparición en los sueños de la protagonista de Christina Rosenvinge, ni más ni menos, me despierta de la siesta perenne que me provoca esta cinta.

Dicho sea de paso, por no estar, no está a la altura ni la dirección de fotografía de Alba Cros (coautora de esa obra maestra atemporal del cine catalán titulada “Las amigas de Ágata”). Mención aparte merecen el conjunto de canciones festivaleras que pululan a lo largo del film, que nos hace preguntarnos si estamos ya de cuerpo presente en el Granada Sound o en el Interstellar. El deseo de llegar a un público anestesiado a base de tokens es más que evidente y aún más lo que ello me desagrada.

Si la pretensión de Zaida Carmona era homenajear a la “Nouvelle Vague”o a Éric Rohmer, es evidente que no lo logra en ningún instante de su metraje, o quizás sea que Rohmer merezca homenajes de este tipo y mejor dejarlo ahí y no meternos en terrenos pantanosos.
Sergio Berbel
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