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Voto de Sergio Berbel:
6
Drama Anders está a punto de acabar un tratamiento de desintoxicación en un centro rural. Como parte de su terapia, una mañana va a la ciudad a una entrevista de trabajo. Aprovechando el permiso, se queda en la ciudad y se encuentra con gente que hacía mucho tiempo que no veía. Es un hombre inteligente, guapo y de buena familia, pero se siente profundamente perturbado por las oportunidades que ha desaprovechado y por las personas a las que ha ... [+]
27 de mayo de 2023
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Es evidente que, en 2011, cuando Joachim Trier estrena “Oslo, 31 de Agosto”, su personalidad cinematográfica llamada la atención, pero también que todavía no ha alcanzado la maestría que derrochará con posterioridad en “Thelma” o “La peor persona del mundo”. Esta película no le llega ni al tobillo a las anteriormente mencionadas, lo cual no significa que no sea un film interesante y, sin duda, una buena adaptación de “Fuego fatuo” de Louis Malle (1963), que a su vez traslada a imágenes la novela homónima de Pierre Drieu La Rochelle.

Sí aparece ya en la cinta el estilo frío y distante propio del cineasta noruego respecto a su personaje y a sus situaciones, pero no la intensidad dramática de sus grandes películas más arriba citadas. Porque “Oslo, 31 de Agosto” divaga a ratos a pesar de su breve metraje, llega a ser discursiva en exceso y demuestra una carencia de emoción pasmosa, a pesar de la intensidad dramática de lo que se cuenta, y que acaba resultando imperdonable.

La película nos cuenta 24 horas en la vida de un chico drogadicto al que, después de un intento de suicidio, le conceden salir del centro de desintoxicación en el que habita para que pueda visitar a sus amigos. Y eso hace el protagonista, pasearse durante esas 24 horas por el paisaje personal y físico que lo vio ir cayendo en un pozo del que resulta imposible poder salir.

Pero el guión, del propio Trier, da demasiadas vueltas sobre sí mismo y convierte a sus 95 minutos de metraje en un camino a ratos demasiado largo. Algo inaudito en un cineasta capaz de enganchar al espectador hasta el paroxismo en sus magistrales e inolvidables “Thelma” y “La peor persona del mundo”.

El elenco artístico no pasa de ser correcto y no destaca (ni para bien ni para mal), como ocurre con la verista dirección de fotografía de Jakob Ihre o la música de Ola Flottum. Y es que quizás Joachim Trier demuestre más amor e interés por la ciudad de Oslo que por su joven protagonista.

Hay una escena, eso sí, que le otorga valor a la película: cuando Anders, su protagonista, durante más de cinco minutos, está solo en una cafetería y va prestando atención a las distintas conversaciones que le rodean, sobre todo la de una chica que está enumerando una serie de deseos que quiere satisfacer en su vida. Es en ese momento cuando la cinta de Joachim Trier presenta vocación de trascender y me transmite algo en una situación que todos hemos experimentado más de una vez en nuestras vidas.
Sergio Berbel
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