Ida Lupino fue uno de los personajes más fascinantes que haya pasado por el mundo del cine. Nacida en Inglaterra, desarrolló su carrera de actriz en los USA, pero su valentía, ingenio y coraje no le permitieron quedarse en ser una mera actriz más, a pesar de su físico especialmente reconocible. Pensó que había demasiados temas comprometidos que no se tocaban en el cine de estudios de Hollywood y, por ello, creó la productora The Filmakers, la cual le permitió dirigir sus propias películas.

Para mí, la mejor fue “El bígamo”, la inconfesable historia de un hombre que vivió dos vidas paralelas casado con dos mujeres distintas, una en San Francisco y la otra en Los Angeles. La mayor virtud de la cinta es que un tema tan escabroso y nada tratado en 1953, cuando se estrena este film, se cuenta con una naturalidad soberbia a través de una narración con voz en off donde el bígamo del título confiesa su culpa ante quien lo ha descubierto.

Un drama que tiene que sostenerse, por su propia lógica y coherencia, en unas inmensas interpretaciones para que pueda funcionar. Y así resulta ser, porque Edmond O´Brien se muestra solvente como el bígamo pero, sin duda, las dos estrellas de la función son sus respectivas esposas, impresionantes Joan Fontaine y la propia Ida Lupino.

Todos ellos espléndidamente inmortalizados en una bellísima dirección de fotografía de George E. Diskant. Dicho sea de paso, y no me parece una curiosidad menor sino bastante explicativa del buen resultado final de esta obra, el guionista de la misma, Collier Young, estuvo casado tanto con Joan Fontaine como con Ida Lupino. Ahora quizás se entienda mejor todo.