Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Sergio Berbel:
10
Drama Ned Merrill vive en una zona residencial de clase alta en las afueras de Connecticut. Una día, Ned se da cuenta de que todo el valle donde vive está lleno de piscinas privadas. Ante el asombro de sus amigos, Ned decide recorrer el valle de piscina en piscina hasta llegar a su casa. Por el camino, se encuentra a varias de las mujeres que formaron parte de su vida: una apasionada adolescente a punto de dejar de serlo, una ex amante ... [+]
11 de mayo de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante la mejor película-metáfora de la historia del cine. Estamos ante una de sus obras maestras más redondas de todos los tiempos. Estamos ante la cinta que abrió la puerta a patadas para que llegara toda la inteligencia y valentía que trajo el cine de los 70 (la mejor década cinéfila). Estamos ante un film violentamente crudo, ante el más encarnizado ataque contra la burguesía norteamericana y contra el capitalismo, un misil disparado directamente a la línea de flotación de las clases altas que pasan los veranos viviendo mundos paralelos en magníficas casas de campo con espléndidas piscinas de modernos diseños.

Porque en una de las películas más importantes que existan, el fondo es tan espectacular como la forma, el argumento es tan brillante como el envase formal y el espectáculo es absoluto. Una película tan descarnada, tan libre, tan valiente, tan lejana a cualquier tipo de prejuicio que sería imposible de estrenar hoy día. La sociedad actual no permitiría una historia como la de “El nadador” porque ya no tiene la libertad de la que entonces disfrutó. Vista a día de hoy, sigue siendo demasiado atrevida y moderna para nuestros tiempos puritanos y políticamente correctos.

La conjunción perfecta entre la brillante dirección de Frank Perry (aún por superar en su atrevimiento formal hoy día) y el portentoso guión de Eleanor Perry (adaptando un cuento de John Cheever) nos hipnotiza para asomarnos a un relato simbólico que va empujando al espectador conforme avanza el metraje hasta su terrible paroxismo final como nunca antes se había logrado.

Estamos en la mañana de un espléndido y soleado día de verano. Ned Merrill (la mejor interpretación de Burt Lancaster de toda su carrera como él mismo afirmaba), vistiendo exclusivamente un bañador durante todo el metraje, pretende atravesar todo el condado plagado de casas burguesas nadando de piscina en piscina hasta llegar a la suya. Esta retorcida “road movie” acuática nos irá paseando por todas las casas donde los pijos muestran sin tapujos las sucias entrañas sobre las que han levantado sus imperios, porque no hay rico bueno, como todos ya sabemos.

La película no se corta en asumir todo tipo de temas sociales y en destriparlos ante nosotros sin el lamentable actual pudor de lo políticamente correcto (sobre todo en la historia que tiene que ver con la espléndida Janet Langard y que me fascina en grado sumo por lo imposible de rodar que sería hoy). Y todo ello contado con unos alardes visuales que siguen resultando fascinantemente innovadores más de cinco décadas después. Porque Frank Perry demostró ser un adelantado a su tiempo (o quizás a todos los tiempos).

El despertar del sueño americano para comprobar la cruda y nauseabunda realidad de la vida que tanto obsesionó al mejor cine, el de la década de los 70, nunca se contó mejor que en “El nadador”. Como anécdota no menor, decir que las desavenencias entre Frank Perry y Burt Lancaster ante las quejas del director de que no se le permitiera controlar completamente el resultado final de la cinta, hizo que la misma la acabara de rodar un tal… Sydney Pollack. Eso son los 70, el mayor derroche de talento de la historia del cine.

Dicho sea de paso, siempre he pensado que “El nadador” es la semilla de la que, tantos años después, nacería “American Beauty” de Sam Mendes.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow