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Voto de Sergio Berbel:
10
Thriller. Drama Laura viaja con su familia desde Buenos Aires a su pueblo natal, en España, para asistir a la boda de su hermana. Lo que iba a ser una breve visita familiar se verá trastocada por unos acontecimientos imprevistos, que sacudirán las vidas de los implicados. (FILMAFFINITY)
5 de diciembre de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Asghar Farhadi es uno de los grandes directores de nuestro tiempo no es ninguna novedad. Que su forma de concebir el drama describiendo a personajes y tipologías humanas a través de una mera excusa argumental de cine negro se ha convertido en una marca indeleble de su filmografía tampoco. Que siempre utilice el pasado para explicar el presente, es una genialidad que nunca falta a la cita de tan preclaro cineasta. Pero que, esta vez, haya abandonado su Irán natal para venir a nuestro Estado y hacer la mejor descripción de este páramo profundamente rural es ya un ejercicio funambulista del que Farhadi termina con Matrícula de Honor "cum laude".

Y es que ciertamente me parece propio de la ciencia-ficción que un director iraní haya sido capaz de reflejarnos mejor que nosotros mismos. Todo lo que somos y cómo somos está perfectamente documentado y probado en “Todos lo saben”, la gran obra maestra del genio iraní, la palabra definitiva de quien ya posee dos Oscars.

Es la historia de una Penélope Cruz que vuelve sin su marido (Ricardo Darín) pero con sus tres hijos de Argentina para asistir a la boda de su hermana pequeña (magistral Inma Cuesta) y reencontrarse con su pasado (una temática recurrente en la filmografía de Farhadi, quizás la piedra angular de todo su cine) y con Paco (un Javier Bardem que no es de este mundo, porque su capacidad actoral está por encima del resto del elenco de lujo de este film y de casi todos los que por el mundo van interpretando en el cine, porque Javier Bardem es un superdotado extraterrestre que, lejos de interpretar, se convierte en los personajes que toca con su capacidad omnímoda para representar a todos y a todo, un privilegiado, un fenómeno, uno de los mejores actores del planeta dejando una lección magistral en esta cinta de esas que hacen época y son difíciles de olvidar, al que le basta un solo gesto o una mirada para expresar mil líneas de guión).

Pero la boda, sin duda, junto con el maravilloso prólogo en el campanario de la iglesia (y otra escena posterior mágicamente rodada de nuevo en el campanario), lo mejor que haya rodado Asghar Farhadi en toda su vida (y eso ya es decir mucho), se tornará en tragedia negra y, a través del noir, como siempre ocurre con Farhadi, se dispone a diseccionar con la precisión del mejor cirujano de éxito la esencia de este lugar, las mentiras, los secretos, los chismes, los odios, las luchas por las tierras, la sangre, la familia, la venganza… El thriller como mera excusa argumental para desarrollar la investigación de la parte oscura del ser humano y de las sociedades en las que habita, la gran virtud de Farhadi.

La película es tan nuestra no siéndolo en su guión y dirección, que hasta las bromas a costa del cura en la boda funcionan. Y esa sutil denuncia del racismo imperante en nuestra sociedad, contada en voz baja pero firme (cuando la desgracia se despliega, las primera miradas buscando culpables siempre van a los migrantes temporeros). Todo funciona con la precisión de un reloj suizo. Pareciera que Farhadi hubiera vivido en este país desde su nacimiento y nos conociera mejor que nosotros mismos.

Pero especialmente la cinta se eleva sobre el resto para convertirse en obra maestra por tres razones fundamentales:

1.- La portentosa dirección de Farhadi: para mí, especialmente demostrada con suficiencia de quien se sabe un privilegiado del cine en las dos escenas del campanario (puro lirismo visual, poema en imágenes), en el desarrollo de la celebración posterior a la boda (encuadres únicos y novedosos en un espacio reducido) y en un portentoso momento donde, en busca de su destino definitivo, Javier Bardem coge el coche mientras va amaneciendo sobre la Castilla más profunda, sobrehumano cénit cinéfilo.

2.- Los actores: lo mejor de cada casa, el caviar de la actualidad coral, conjurados todos ellos para hacer las interpretaciones de su vida: inmensos Penélope Cruz (pura autenticidad a cámara en un papel enormemente complejo que ella resuelve con suficiencia magistral), Eduard Fernández (reconocible en su equidistancia entre el bien y el mal que tan bien sabe reflejar en su rostro), Elvira Mínguez (una de las reinas de la función, el auténtico espíritu de pueblo), Inma Cuesta (refulgente como ella es de por sí), Ricardo Darín (creíble en cualquier tesitura), Bárbara Lennie (una de las actrices más grandes que ha dado nuestro cine), Ramón Barea (clavando un padre senil y alcohólico que no sabe estar)...

3.- La tercera razón es la más importante de todas: Javier Bardem. Sencillamente él juega en otra liga. Su reino no es de este mundo. Es el mejor actor que tenemos y lo demuestra cada vez que se planta delante de una cámara y se come a todo y a todos. Es un prodigio sobrehumano de la interpretación que recoge más matices con una sola mirada que otros actores en mil líneas de diálogo. Es el rey absoluto de la función. Es la esencia de la película, su piedra angular. Es, simplemente, el emperador de la interpretación.
Sergio Berbel
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