“Crónica de un asesino en serie” encaja a la perfección con ese tipo de pelis que van de menos a más y acaban a lo grande. Pero hay que tener algo de paciencia, amigos. Mucha más que la de un servidor, por ejemplo, que cuando empezó a verla la primera vez acabó desestimándola al cuarto de hora por peripatética, chocarrera y absurda.

Obviamente, me equivoqué. Porque si bien su inicio es exageradamente esperpéntico y guasón, a medida que avanza la peli uno se da cuenta que no estamos ante un thriller al uso y que, en realidad, todo lo que nos cuenta Bong Joon-ho resulta mucho más congruente y verosímil de lo que parece. Pero no precisamente porque “Crónica de un asesino en serie” se conforme con describirnos de forma fría y distante un hecho real. Ni mucho menos. La peli de Bong Joon-ho lo que recrea es una pesadilla. Una inexorable y despiadada sucesión de acontecimientos marcados por la fatalidad, por el infortunio, por los contratiempos. Y también —por qué no decirlo— por la incompetencia.

Ocho funestas estrellitas, pues, para un thriller que conviene degustar sin ninguna prisa y cuyo mejor reclamo reside, sin lugar a dudas, en su elaborado look y, sobre todo, en un tramo final absolutamente prodigioso.