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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
2
Comedia. Aventuras Forjada en el antiguo Egipto, la daga de Rasputín es una joya legendaria que da un poder casi absoluto a quien la posee. César, Atila y Napoleón fueron algunos de sus ilustres dueños. La pista de la joya se pierde en Rusia, con la muerte de su último dueño, el monje loco Rasputín. Desde entonces, gobiernos y poderosos personajes la han buscado en vano. Pero, de repente, en una cárcel española, Jacinto, uno de los presos, es identificado ... [+]
2 de septiembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La daga de Rasputín” representa el final de una era en la comedia española, la de la típica ‘españolada’ que reunía a todos los actores con vis cómica del momento y los ponía a hacer sus muecas, gestos y caras raras característicos, los que les habían dado fama, en escenas mínimamente trabajadas en torno a una trama que raramente excedía del esbozo. Su aire improvisado era comparable, en términos futbolísticos, al estilo de Vicente del Bosque, que cogía a los once jugadores de más peso en el vestuario (o los que el Marca decía que estaban en mejor forma) y les decía que saliesen a divertirse y a hacer lo que mejor sabían.
Si bien el modelo Del Bosque fue innegablemente exitoso, tampoco se puede ocultar que fue extremadamente dependiente de la calidad de los jugadores disponibles y, en muchas ocasiones, del mismísimo azar. Su Real Madrid y su selección española fueron capaces de lo mejor y de lo peor y en otros equipos, como el Besiktas turco, directamente, fue cesado cuando iba camino del desastre. En “La Daga de Rasputín” pasa lo mismo y sale cruz. Coge un reparto totalmente amortizado, cuyos mejores días ya habían quedado bastante atrás en 2011 y les escribe líneas que llevan, sin ningún sentido de la escena ni del ritmo, a hacer lo que les hizo famosos, ya fuese un grito ovejero, levantar una ceja o gritar en plan cateturcio. El resultado es una película que, en sus mejores momentos, en las transiciones de relleno en las que no sucede nada, simplemente aburre. En los peores, cuando gente que se ha ganado un respeto por su trayectoria ejecuta chascarrillos trasnochados, da penita. Ciertamente (y de verdad que intento evitar hablar de vergüenza ajena por no hacer sangre innecesariamente) es una película en la que se agradecen los planos fijos y las conversaciones banales, todo lo que sea que no aparezcan los protagonistas porque se intuye perfectamente que el sketch no va a fluir, que van a hacer lo mismo de siempre en el momento menos oportuno.

Si bien hay una enorme diversidad de opiniones sobre las capacidades de Del Bosque, en lo que todo el mundo está de acuerdo es que lo dejó demasiado tarde. A este género le pasó algo parecido: le sobraron películas como esta y dejar paso antes a las comedias gamberras con jovenzuelos de moda de escasa dicción, a las eco-comedias sosas con actores de moda procedentes de series de la TV y a las películas de Santiago Segura. No todo lo que vino fue mejor, pero por lo menos sí se le notaba cierto frescor frente a fórmulas agotadas como las propuestas por esta intragable “La daga de Rasputín”. Y lo digo con cariño.
OsitoF
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