“Hasta los huesos” es un bienintencionado melodrama que, no nos engañemos, busca más conmover al público que entretenerlo. Por algo se llama cine independiente (vale, lo de independiente no tiene nada que ver con su orientación lúdica, pero nos entendemos). La película trata de remover las entrañas del espectador con una historia protagonizada por la anorexia que sufre una joven y su lucha por combatirla tanto en el plano físico como psicológico. Sus grandes activos son un reparto con actores del carisma de Lily Collins y Keanu Reeves (sí, Keanu Reeves) y un buen gusto en el enfoque que encuentra caminos argumentales para salirse de los lugares comunes y de la miseria por la miseria sin caer en la frivolización o la banalización. Paga un precio en cuanto a artificiosidad, con algún que otro giro teatral y sobreactuado, pero tampoco dice en ninguna parte que pretenda ser un documental ni una autobiografía.

Posiblemente, de esas películas imposibles de calificar de manera objetiva, que a unos les parecerá un peñazo y a otros un peliculón. Incluso con valoraciones cambiantes en un mismo espectador si se anima a verla varias veces según el estado de ánimo y su contexto personal. En mi caso me pilló de buenas. No es la alegría de la huerta pero tampoco pisa callos ni deprime.